Todo depende del color con que se mire
Por: Ricardo Tribin Acosta
Las cosas son como una las llegue apreciar. Por eso alguien decía que no hay mujer bonita o fea u hombre guapo o desabrido sino, si existe la química del gusto por parte de la otra parte, no importa mucho la apariencia. De ahí los amores de Quasimodo en El Jorobado de Nuestra Señora o del Fantasma de la Opera, en los que la fantasía y la belleza del querer, crean las más lindas expectativas, sin importar totalmente la figura del otro. En estos dos casos no se logró la vinculación final de las partes pero al menos, la más afectada, conservó la ilusión de poder ser amado por la otra.
De ahí que si uno cambia la manera como ve las cosas estas llegan a cambiar, debido a la diferencia en la percepción. Por ello cuando envejecemos y nuestros rostros se arrugan y los estómagos se agrandan, debemos mirar las cualidades de nuestra pareja y no la apariencia física, ya que si nos concentramos en esto, es muy posible que no nos agrade. Por ello el gran amor de Florentino hacia Fermina en la magistral obra “El amor en los tiempos del cólera”, escrita por Gabriel García Márquez, permanece aun si hasta el final cuando, su antes bella pretendida al amarlo ya estando viejos, le advierte “No me mires como hace cincuenta y un años, pues quizás lo que veas no te va a gustar”.
Por esto es mejor sonreír que vivir agrios y también ver las cosas, más de una manera positiva, que observarlas como negros nubarrones, no importa cuan tan difícil estén. No olvidemos que todo en la vida pasa, hasta ella misma, y que por lo tanto los momentos que tengamos bien vale la pena aprovecharlos al máximo, viviendo con intensidad, gozo y gratitud. La alegría de vivir, aunque los años pasen, si se mantiene, nos garantizará un final tranquilo, sereno y en armonía con nosotros y con los demás.