NAIRO Y ESTEBAN, GRAN ORGULLO
Las sonrisas y las palabras de Nairo Quintana y de Esteban Chaves conquistaron ayer al mundo y se convirtieron en la alegría de Colombia. Desprovistas de retórica y plenas de optimismo, sus frases magnificaron el triunfo histórico que alcanzaron en una de las tres carreras de ciclismo más importantes del planeta: la Vuelta a España. Nairo, ganador absoluto, y Esteban, ejemplo de coraje hasta el final para conseguir el tercer puesto. Brillaron. Dejaron en alto el deporte colombiano. Vencieron a otros grandes.
“A los jóvenes les decimos que los sueños se pueden alcanzar”, “respeten a las mujeres”, “Colombia es paz”, fueron algunas de las declaraciones que retrataron a dos muchachos que, en medio de las necesidades y a veces de las adversidades, ya son protagonistas de primera fila del ciclismo orbital. Nairo había sido, además, tercero en el pasado Tour de Francia, y Esteban subcampeón del Giro de Italia. Ambos también suman numerosas carreras y etapas en su historial de competiciones en el Viejo Continente.
¿Cómo no ver en esta actuación superlativa la oportunidad de extraer un mensaje de cambio y superación para el país mismo? ¿Cómo no aprovechar su ejemplo de superación para invitar al resto de los colombianos a trabajar con dedicación por el país? ¿Quién puede desconocer el espejo gigante que ellos son para una juventud necesitada de líderes, de inspiradores?
En lo deportivo, el desempeño y la estrategia de carrera de Nairo y su equipo, y la de Esteban y el suyo, resultaron admirables, en especial porque los dos cuentan con el apoyo y el respeto de sus compañeros. Un apoyo ganado a pulso: por su disciplina, por su comportamiento intachable, por sus resultados superiores.
Nairo tuvo la revancha para derrotar a quien hoy es el mejor ciclista del último lustro, el británico Christopher Froome. Al comienzo de la carrera, cuando Quintana aún no podía dejarlo atrás en las montañas españolas, no faltaron aquellos que dudaron de la posibilidad de batir al triple ganador del Tour de Francia. Pero Nairo no vaciló, no se impacientó y tampoco dejó de atacarlo cuando pudo.
De esa misma seguridad resultaron ayer las palabras de Nairo Quintana, en la Plaza de Cibeles, en el centro de Madrid. En la tarde-noche de aquella ciudad de casta y rancia historia, rodeado por la numerosa colonia colombiana en España, Nairo mostró la agudeza de su inteligencia y de su confianza en sí mismo, mientras Chaves, sonriente, brillaba a su lado. Preclaros, sencillos.
A estos chicos los encumbran sus victorias deportivas, pero sobre todo los realzan sus comportamientos públicos. Qué embajadores de lujo de Colombia, con sus bicicletas y sus licras. Dignos representantes de una generación de deportistas que este año nos llenan de orgullo: Mariana Pajón, Caterine Ibargüen, Óscar Figueroa y otros medallistas de plata y bronce.
Ellos le imponen al Estado y al Gobierno intensificar el apoyo al deporte y el estímulo a la juventud también en otros campos de la ciencia y la cultura, que permitan un cambio paulatino, orientado por valores y procesos exigentes, edificantes, que por supuesto no dejen por fuera las regiones y poblaciones de la periferia del país, donde hay tanto talento a la espera de apoyo.
Grandes en España Nairo, Esteban y Darwin Atapuma. Nos regalaron emociones y orgullo y elevaron a máximos honores y sitiales el deporte y el nombre del país.
EDITORIAL/EL COLOMBIANO