28 de marzo de 2024

Dejando ir

28 de septiembre de 2016
Por Ricardo Tribín Acosta
Por Ricardo Tribín Acosta
28 de septiembre de 2016

Por: Ricardo Tribín Acosta

Ricardo TribinCuentan que una mujer leprosa estaba a la orilla de una quebrada sin poder cruzar, debido a las limitaciones físicas que su enfermedad le había generado. Estando en estas se aparecieron dos monjes que por allí caminaban y esta les pidió que le transportaran a la otra orilla. Uno de ellos, pleno de asco, se volteó e hizo como si el cuento no fuera con él, salió del paso y se fue a dar una vuelta para evitar que la enferma le insistiera. El otro monje sin embargo se compadeció de ella y sin queja ninguna procedió a ponérsela en sus hombros y a conducirla hacia el otro lado.

Al rato se volvió a encontrar con su compañero y juntos continuaron la jornada que tenían planeada. Como a las diez horas de estar juntos, el monje que se negó a ayudar a la pobre mujer le reclamó a su colega diciéndole “Oye…tu si que eres sucio. Como te atreviste a cargar a aquella mujer que estaba llena de heridas, derivadas de su horripilante enfermedad, además de que las mismas apestaban hasta más no poder. El monje bondadoso lo miró con ternura y sin replicar la arenga solamente le dijo “Mira yo cargue a esa pobrecita hace mas de diez horas y no tiene sentido que la siga cargando después de tanto tiempo, llevándola en mis pensamientos. Esto ya pasó y ahora, cambiando de pagina, quiero seguir hacia delante”, sin nada del pasado que me perturbe.

La anterior historia, tan profunda en su concepción, me recuerda el dicho aquel de que “ hay que dejar ir y entregarle las cosas a Dios”, lo que no implica para nada que no sigamos realizando el esfuerzo necesario que nuestras tareas requieren, mas que en los casos en los que tengamos eventos que no podamos manejar, e incluso instantes poco agradables que ya hayamos tenido, lo mas conveniente será dejar de paso la sensación negativa del momento, y continuar nuestra travesía con entusiasmo hacia adelante.