18 de abril de 2024

Unas rascas geográficas

8 de agosto de 2016
8 de agosto de 2016

el campanario

Este repique de campanas se nos ocurrió al escuchar por la radio al talentoso académico antioqueño Juan Manuel Serna cuando hablaba alguna noche de las que él suele llamar graciosamente las “rascas geográficas”.

Las borracheras que describía el profesor son aquellas en las que el alcohólico se embarca sin darse cuenta en el primer bus que le para y va a dar a Tolú, en plena semana santa, sin plata pero con media de aguardiente en el bolsillo de atrás, o despierta en la última banca y ve en una pequeña valla que faltan 2 kilómetros para llegar a Chinchiná, cuando en realidad se dirigía a su casa en el barrio La América, de Medellín.

Nosotros hacemos el siguiente aporte al divertido tema que viene como anillo al dedo para el  comienzo de la segunda semana de agosto:

Así como se nos aconseja no confundir al país de Dinamarca con el departamento de Cundinamarca, también se nos debe recomendar no ir a parar, por culpa de una borrachera, a las bananeras de Urabá, cuando lo proyectado era ir en plan de vacaciones a Aruba, la preciosa isla antillana.

Por culpa de una buena ‘jala’ corremos el riesgo de confundir a Cartagena de Indias con Cartagena del Chairá; al Belén del pesebre navideño con Belén de los Andaquíes; a San Andrés y Providencia con San Andrés de Cuerquia; a Pereira, la del Bolívar desnudo, con San Antonio de Pereira, de Rionegro; a Armenia, la capital quindiana, con la muy paisa Armenia-Mantequilla; a Madrid, España, con Madrid, Cundinamarca; a la Sevilla andaluza con la Sevilla vallecaucana, la cuna de Wbeimar Muñoz y del pintor Chucho Franco; a Santa Fe, Argentina, con Santa Fe de Antioquia; a la histórica plaza de San Pedro, en Roma, con nuestro San Pedro de los Milagros y a una amiga que vive en Canadá con otra que vive ‘encanada’ en El Buen Pastor.

Con una buena ‘cruda’ nos podría suceder lo que le pasó a Kid Pambelé, en la campaña presidencial de Belisario Betancur, al saludar así, desde la tarima principal, a la gente del municipio de Apartadó: “Buenas tardes, queridos compañeros de apartamento”.

He aquí otra buena tanda de rascas geográficas: Echarle un Viva a España, en un banquete en honor del presidente de Francia, Charles de Gaulle, como le sucedió al presidente Guillermo León Valencia. Inventarse un “Maremoto” en Bolivia, país que no tiene salida al mar, como le pasó al maestro Yamid Amat. O a la candidata del Chocó a un reinado de Miss Colombia que deseaba conocer a Roma porque, según dijo, era la tierra donde había nacido Nuestro Señor Jesucristo. (Qué pesebre más raro, reinita). Al periodista que confundió el “Paratebueno”, pueblo del Atlántico, con “Sentate-malo”. O al que sostuvo que Pueblo Rico era el pueblo de las dos mentiras, porque ni era Pueblo, ni era Rico.

Otras arbitrariedades geográficas: tener un hijo arqueólogo empecinado en buscar las otras mitades del Magdalena Medio y del Medio Oriente. Procurar establecer las causas de las manchas de Don Quijote y del Canal. Tratar de descubrir quién fue el responsable del homicidio del Mar Muerto y el pintor de brocha gorda que le puso un color tan subido al Mar Rojo. Buscar a los responsables de la terrible inundación que sufrió la ciudad de Venecia, Italia, y demandar, por ‘torcidos’, a los ingenieros y arquitectos que construyeron la famosa Torre inclinada de Pissa.

Evocando a Don Benito

Para demostrar que no todas las rascas geográficas son risibles, recordemos la célebre frase que soltó el presidente Benito Juárez, en una fiesta en su honor, tras tomarse los tres primeros tequilas: “¡Qué pesar de mi Méjico lindo y querido, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos!”.