«La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo»
Factores tecnológicos en la educación en igualdad y valores
Maria Jose Madarnás
La frase es de Nelson Mandela y pocos estarán en desacuerdo con ella. Existe un consenso mundial acerca de que la educación es la clave de un futuro mejor para todos, con más oportunidades y menos desigualdad.
Pero para ello hay que combatir primero la desigualdad en el acceso a la educación y en la calidad de la educación disponible.
La superación de las desigualdades mediante la tecnología
Imaginemos una escuela de secundaria de un barrio rico de la costa este de los Estados Unidos. Probablemente tenga su propia biblioteca, un buen laboratorio científico y una sala de proyecciones audiovisuales.
Sin embargo, la escuela de una aldea del África subsahariana puede consistir solo en un aula sin más infraestructura que una pizarra vieja y algunos pupitres, insuficientes para que todos los alumnos estudien sentados. Además, puede ser la única escuela en muchos kilómetros a la redonda, incapaz de albergar a todos los niños que necesitan enseñanza.
Sin llegar a estos dos casos extremos, las diferencias entre escuelas ricas y pobres pueden verse a veces incluso en un mismo barrio. Estas diferencias marcarán las posibilidades culturales y laborales de los alumnos, impidiendo a los más humildes acceder a mejores niveles de renta.
Es un problema estructural que la tecnología no puede solucionar por completo pero sí minimizar. Casi cualquier escuela con electricidad puede obtener una conexión a Internet a precios cada vez más baratos.
Y a través de ella, acceder a bibliotecas online y a una cantidad ingente de contenido audiovisual y de recursos educativos que faciliten la labor de los profesores.
También los alumnos pueden ver facilitada su labor, no solo por el acceso a mucha más información, sino por la diversificación de los métodos de enseñanza que combata la rutina y el aburrimiento.
Por ejemplo, se ha demostrado que los videojuegos mejoran las memoria de los niños y facilitan su implicación en dinámicas de aprendizaje.
La lucha contra la discriminación desde los primeros años
Imaginemos que, gracias a Internet, las dos escuelas que pusimos como ejemplo pueden mantener una teleconferencia en la que participen los alumnos de ese barrio rico de la costa este de Estados Unidos y los de esa aldea subsahariana.
Este tipo de actividades simples tienen mucha más fuerza y eficacia educativa que exigir a los estudiantes que memoricen datos acerca de países que no son el suyo. Las actuales tecnologías permiten conocer al otro y ponernos en su lugar, saber cómo vive, cómo siente y piensa.
Esto supone una fuerza transformadora de la sociedad que permite una visión mucho más amplia e integradora de la realidad. Nuestros niños pueden tener muchas más ventanas al mundo, comprenderlo mejor y no ser víctimas de ideas que empujan a discriminar al diferente.
Con esta nueva visión del mundo es mucho más sencillo posibilitar la integración de las minorías, ya sean culturales o étnicas, pero también de aquellas personas que presenten condiciones especiales.
Por ejemplo, la comunidad educativa cada vez está más concienciada de los beneficios de la detección temprana de trastornos del aprendizaje. Los síntomas, causas y tratamientos de trastornos como la dislexia, el TDAH, la afasia, la discalculia, etc, son tenidos en cuenta a la hora de adaptar la enseñanza a todos los niños.
Siguiendo esta tendencia, las nuevas tecnologías educativas también están desarrollando aplicaciones y videojuegos que facilitan la inserción de los alumnos con este tipo de trastornos o con dificultades para seguir el ritmo de aprendizaje del resto de alumnos.
Las nuevas tecnologías no solo abaratan los costes educativos sino que igualan las posibilidades de alumnos de distinta procedencia y extracto social. Además, pueden fomentar la extensión de valores y principios éticos que conformen una sociedad mejor y, así, como decía Nelson Mandela, cambiar el mundo.