Ni se me acerquen

Por: Ricardo Tribin Acosta 

No, no quiero ver nada….. La realidad me aterra…. Si se me arriman… no respondo. Todos estos parecen ser los lamentos cotidianos de aquellos que no quieren ver la verdad acerca de lo que viven en el momento y por ello acuden a fuertes dosis de negación para ocultar los sentimientos relacionados con una determinada situación.

Otros reaccionan de manera violenta y despliegan con su agresividad una poderosa defensa para sus miedos. Por ello aunque parezca irreal, quien aparentemente actúa con gran valor y pelea hasta con la sombra, convirtiéndose en el gran trompadachín, lo fundamental que esta haciendo con ello es reaccionar con la ira y la violencia al profundo miedo que le agobia, lo cual quita en buena parte el substancial contenido de valor.

Un perrito pequinés, pequeño, casi insignificante, cuando ve algo que no le gusta o cree que lo amenaza, lo primero que hace es pelar sus dientes, mostrar una cara insoportable de rabia y ladrar como un loco, cuando no arremete en contra de su objetivo, así este sea muchísimo más grande que él. Los seres humanos nos parecemos mucho a este perrito y actuamos así de manera irracional sin darnos cuenta que al hacerlo de esta manera los que llevamos las de perder somos nosotros.

Por lo tanto es importante despojarnos de esas corazas de miedo que a ratos nos cubren y nos agobian, enfrentándonos con sinceridad a las dificultades que a ratos vivimos, sin necesidad ni de agredir ni de buscar culpables por lo que nos pasa, proceso en el cual si de esta forma sabia lo llevamos nos evitará muchísimos dolores de cabeza.
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