26 de marzo de 2025

Falcao olímpico.

25 de abril de 2016
Por Esteban Jaramillo
Por Esteban Jaramillo
25 de abril de 2016

esteban jaramillo

Plagada de infortunios en los últimos tiempos, la carrera de Falcao García busca ansiosamente un relanzamiento que le reubique en la elite del fútbol mundial. Lo llevan, la ansiedad y el desespero, a solicitar en comparecencias públicas y de manera velada y continua, su inclusión en la selección Colombia que irá a los olímpicos de Brasil.

Al respecto, no tardó en llegar la respuesta de Piscis Restrepo, el técnico, dejando en claro que en su momento serán evaluadas sus condiciones, su ritmo y su capacidad competitiva, con el respeto debido a su historial.

Queda en el aire la morbosa sensación de que a Falcao le inculcan, quienes le dirigen, intereses particulares por encima del bien general que es la selección nacional. Su deseo de reivindicación, a la que tiene derecho por lo tanto que aporto en el pasado,  no prevalece frente a las alternativas de otros jugadores que, en el presente, demuestran forma y continuidad.

A tres meses de los juegos, aun convertido en pieza de recambio, de poco uso en las alineaciones de su club,  Falcao, para consolidar su aspiración de volver al equipo colombiano, debe  llenar  de razones al director técnico de turno, con su juego, y no con proclamas desde los medios generando adhesión. A un evento de esta magnitud se asiste por facultades comprobadas y no por presiones.

Entiendo a Falcao por el estrés que vive, cada vez creciente, por su  falta de competencia y, especialmente, por su ausencia durante  años, de los primeros planos, donde siempre fue protagonista de lujo.

La devaluación del astro, impensada hace dos años, consecuencia de las lesiones repetidas, llenó de obstáculos la operación cambio con que su representante Jorge Méndez, lo ha querido promover. Méndez, un hombre ambiciosos como todos en el medio en que se mueve, piensa en el bolsillo de su representado, en el suyo y en las cuentas bancarias, por encima del bienestar que da competir y, en el caso de Falcao, golear. Los beneficios ocultos de los que hablan sus contradictores.

No hay una sola razón para boicotear  el retorno de Falcao a las canchas, con la camiseta colombiana. Pero el derecho, del que tanto se habla en estos días en los medios de comunicación, se lo gana él y no llega en papel de regalo por su brillantes antecedentes empujado por periodistas cercanos. Le quedan aun  tres meses para encontrar el premio que anhela.

El  silencio premeditado sobre la  realidad de su lesión y su tardanza en la recuperación, se ha convertido, de paso, en serio obstáculo, porque los pactos de confidencialidad, soslayando  informes fidedignos, han conducido a toda serie de especulaciones sobre el estado de sus rodillas, las que según expertos, no están del todo rehabilitadas.

Falcao tiene la pelota en su campo. Si vuelve a su nivel, juega. De lo contrario, Piscis seguirá barajando opciones porque la prioridad es la selección y los olímpicos, y no el jugador, con sus ambiciones de retorno por justificadas que las tenga.