23 de marzo de 2025

El teniente homicida que jamás se arrepintió

Autodidacta. Periodista de largo aliento formado en la universidad de la vida. Destacado en cadenas radiales, diarios nacionales y co-fundador de medios como Colprensa y el diario digital Eje 21. Formador de buenos reporteros en Manizales, Bogotá y Medellín.
16 de abril de 2016
Por Orlando Cadavid Correa
Por Orlando Cadavid Correa
Autodidacta. Periodista de largo aliento formado en la universidad de la vida. Destacado en cadenas radiales, diarios nacionales y co-fundador de medios como Colprensa y el diario digital Eje 21. Formador de buenos reporteros en Manizales, Bogotá y Medellín.
16 de abril de 2016

orlando cadavid

Por Orlando Cadavid Correa

En su único contacto con los medios, 40 años después de haber matado en estado de indefensión al periodista Eudoro Galarza Ossa, director del diario La Voz de Caldas, en Manizales, el teniente Jesús María Cortés Poveda no mostró ningún arrepentimiento y dijo estar dispuesto a repetir la acción criminal, en defensa de la institución militar.

Transcurridos 78 años de este asesinato –el primero que se perpetró en el país contra un periodista en ejercicio— el colega Jorge Consuegra rescató este segmento para un inventario sobre la alta cuota de sangre que el diarismo ha puesto en la historia de la violencia en Colombia:

“Recuerdo que una ocasión logré entrevistar al teniente Jesús María Cortés Poveda quien le había dado muerte al primer periodista en Colombia, el 12 de Octubre de 1938. Era Eudoro Galarza Ossa quien dirigía La Voz de Caldas y recibió dos impactos mortales a manos del
uniformado. Diez años después el oficial fue defendido por Jorge Eliécer Gaitán quien lo sacó libre con el argumento de que el periodista había «ofendido el uniforme militar». Cuando lo entrevisté, cuatro décadas después, le dije que si se volvía a presentar esta
situación él lo volvería a asesinar y me dijo con firmeza que sí «pues el uniforme es para respetarlo»…Sin palabras”.

Decíamos en octubre de 2005, en La Patria, que Galarza (el primer mártir que tuvo el periodismo criollo en el siglo XX) nunca imaginó que sería herido mortalmente en su propia oficina del centro de la capital caldense, a sus 43 años, a manos de un oficial del Ejército al
cual sirvió con devoción patriótica en su juventud.

Pasados diez años del cruento episodio, en sonada audiencia, en Bogotá, el penalista Jorge Eliécer Gaitán (en la que sería la última defensa de su vida) obtuvo la absolución para el verdugo de don Eudoro justo a las dos de la madrugada del mismo 9 de abril de 1948, cuando estalló –once horas después- el magnicidio del caudillo liberal que desencadenó el dantesco “bogotazo” que partió en dos la historia del país.

El historiador Arturo Alape, al plantear su desacuerdo con el fallo, escribió que “la defensa tuvo más oratoria que argumentos” y recibió el veredicto como “una afrenta a la memoria de  Galarza”.

Nacido en 1895 en Caramanta, pueblo del suroeste de Antioquia que antes se llamó Sepulturas, su familia se radicó en Manizales en 1911, cuando contaba 16 años. Encontrado apto para la milicia, en un sorteo ordinario, se fue a pagar servicio militar. A su regreso hizo sus primeras armas en el periodismo y en la política. Se casó con Magdalena Jiménez, unión de la que hubo tres hijos: Nora, Lucía y Helí.

Había fundado en 1925 el diario La Voz de Caldas (que tenía más nombre de emisora que de periódico) en sociedad con el mítico impresor Arturo Zapata. Circuló por espacio de trece años y colapsó por falta de
oxígeno publicitario, tras la muerte de su orientador.

El incidente que desencadenó la furia del irascible teniente Cortés consistió en la publicación de una nota, elaborada por uno de los redactores, en la que se denunciaba el mal trato que daba a la tropa el oficial de marras, a quien se acusó de abofetear en público a un soldado del Batallón Ayacucho. Como el director apoyó a su subalterno, el militar asesinó de dos tiros, con su arma de dotación, a un periodista ejemplar que siempre tuvo como única arma la verdad y nada más que la verdad.

La apostilla: Con el periodismo que hacemos, todos los días morimos un poco. (Jorge Consuegra).