21 de marzo de 2025

¿Y ahora qué sigue?

Abogado, analista y columnista de opinión en El Espectador, Revista Semana y Eje 21.
31 de marzo de 2016
Por Uriel Ortíz Soto
Por Uriel Ortíz Soto
Abogado, analista y columnista de opinión en El Espectador, Revista Semana y Eje 21.
31 de marzo de 2016

Comunidad y Desarrollo

uriel ortiz

Es hora que el gobierno replantee con mucha seriedad y autoridad, el proceso de paz que desde hace mas de tres años adelanta con la guerrilla de las farc, en la Habana-. Cuba. No nos podemos dar el lujo de continuar viviendo de las vanas ilusiones con la firma de un acuerdo, que a lo mejor no se dé, puesto que en la conciencia guerrillera existe el deseo de cansarnos social, moral y políticamente, para finalmente derrotarnos mediante un proceso democrático impuesto por ellos mismos, bajo las fuerza del terror.

No olvidemos que las farc, es una guerrilla que lleva más de 60 años encañonando al pueblo colombianos en todas sus modalidades, cometiendo todos los crímenes atroces jamás vistos en la historia de la humanidad, su violencia y sevicia se han paseado sin ningún rubor, violando los más elementales derechos humanos, lo más grave, cometiendo crímenes tan atroces contra menores de edad, que finalmente son fusilados para silenciarlos.

Cuando sobre los horizontes de una perspectiva tan anhelada como es la firma del acuerdo de paz, aparecen nubarrones que no dejan ver con claridad el panorama de lo que realmente es la situación del objetivo; todo empieza a tornarse en ambigüedades, cunde la desconfianza y quienes han sido sus áulicos, a manifestarse en forma no coherente con la situación inicialmente planteada.

Desde luego, que tenemos que abonarle al señor Presidente Santos, todas las buenas intenciones que tuvo en proporcionar a sus gobernados la gran noticia de la firma del acuerdo para el 23 de marzo, pero es que lamentablemente, con los señores de las farc no nos podemos hacer muchas ilusiones hacia el futuro, considero que a partir de este momento, se les debe fijar un cronograma claro, con fechas impostergables, partiendo de los puntos que existen en discrepancias, colocando como garantes a los gobiernos que desde el inicio han venido acompañando el proceso en calidad de garantes.

No podemos continuar haciéndonos ilusiones con el tire y afloje, puesto que se trata de una organización terrorista, con un manual de funciones ocultas, que muy seguramente han aprendido de las organizaciones internacionales terroristas, a manejar todo un prontuario de secretos para cansar a su enemigo, para finalmente sacarle el mayor partido y lograr los fines deseados, es decir: derrotarnos, con su lenguaje revolucionario oculto en sus mañas guerrilleras.

Sin pecar de ligereza es bueno sacar conclusiones de lo ocurrido sobre la no firma del acuerdo de paz el 23 de marzo pasado: considero que aunque la guerrilla sí quiere firmarla, sus exigencias desbordan los límites más allá de lo que es la preservación de los derechos constitucionales que se les puede brindar.

Esto lo hemos visto desde los inicios de la negociación, estamos al frente de un enemigo con más de sesenta años de experiencia, dueños del negocio más rentable del mundo como es el del narcotráfico, sobre todo que amasan una fortuna tan impresionante, que les permitirá resistir varios años mas de negociación, como lo han venido haciendo desde las épocas del Caguan, de donde finalmente se retiraron en forma abrupta tras un secuestro aéreo.

Es preocupante, que exista una marcada diferencia del conocimiento del proceso de paz, entre lo acordado en la mesa de negociación y la comunidad internacional, vemos por ejemplo como el secretario de Estado de los Estados Unidos, se muestra muy optimista con el futuro del acuerdo, mientras entre las partes en la mesa de negociación existen marcadas diferencias, lo que indica que no existe una información clara y precisa entre lo acordado en los boletines internacionales que deban expedirse con la firma de las partes.

Tenemos que aceptar que las características de las zonas de concentración, la dejación de las armas y el cese del fuego bilateral, entre muchos otros aspectos, marcan las diferencias que por ahora separan a gobierno y farc para firmar el acuerdo tan añorado  por todos,  anunciado con bombos y platillos por el presidente Santos y Timochenko, que a decir verdad ambos encarnan la máxima autoridad de la negociación.

Es la pregunta que con justificada razón nos estamos haciendo los colombianos: estábamos esperando el 23 de marzo como la estrella que iluminaría los senderos de nuestro porvenir, mediante la firma del acuerdo de paz, pero, lamentablemente en los actuales momentos todo es incertidumbre y es muy difícil prever lo que vaya a pasar en el inmediato futuro, no digamos que todo se derrumbó, pero sí existen las expectativas, entre salvar el procesos que sería lo ideal, o darlo por liquidado, lo que conllevaría a una situación sumamente compleja para Colombia.

Este aplazamiento no deja de ser un mensaje el cual debemos interpretar como el manual de las dificultades que se presenta por parte de las farc, puesto que muchas de sus exigencias son imposibles de cumplir y que en caso de ser incorporadas al manuel del acuerdo, lesionarían gravemente las instituciones democráticas de nuestro Estado de Derecho, que desde luego los colombianos no estaríamos dispuestos a tolerar bajo ningún punto de vista.

Debemos aceptar que de ahora en adelante, vendrá para la negociación del acuerdo de paz con las farc, una etapa de muchas dificultades y que si el gobierno no se pone pilas, empezaremos a transitar por los caminaos minados de incertidumbre, que es lo que se alcanza a vislumbrar con todos los inconvenientes que están surgiendo de parte de los negociadores de las farc, puesto que el propósito que tienen es no entregarse de buenas a primeras, sino,  negociar un acuerdo donde puedan cogobernar aún sin haberse reincorporado de la vida civil y sin hacer dejación de las armas.

Otro aspecto bien interesante que hay que analizar, es qué va a pasar con la etapa del postconflicto, para el caso de firmarse el acuerdo, puesto que buena parte de estos propósitos están centrados en el sector agropecuario que lamentablemente atraviesa por la etapa más difícil de toda su historia, empezando por que la liquidación del Incoder, y la creación de los organismos que lo reemplazarán se encuentran demandados, como lo dijimos en columna anterior.

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