17 de enero de 2025

Exigir ortografía en un Juzgado no es acoso laboral

20 de marzo de 2016
Por Jairo Cala Otero
Por Jairo Cala Otero
20 de marzo de 2016

Así lo determinó el Consejo Superior de la Judicatura en un fallo conocido en el Palacio de Justicia

Una servidora pública de un Juzgado en Risaralda fue declarada insubsistente por sus constantes errores ortográficos. El hecho provocó una demanda de la mujer, que aseguró haber sido objeto de un acoso laboral.

Sobre el tema se adelantó un proceso judicial que incluyó un dictado del juez para establecer los errores en los cuales incurría la mujer. En tan solo cinco líneas se evidenciaron siete errores ortográficos, lo cual sirvió para determinar que no se trataba de un caso de acoso.

El Consejo Superior de la Judicatura estableció que exigir una buena ortografía en los procesos judiciales no puede ser catalogado como maltrato. «El juez puede someter a sus funcionarios, como sucedió en este caso, a que realicen unos actos tendientes a verificar su idoneidad», explicó el magistrado Ovidio Claros.

La sentencia de la Judicatura advierte que los errores ortográficos podrían ser tan graves que un proceso podría caerse. «Usted puede cambiar en la redacción de una sentencia cualquier sentido de ella. Yo puedo entender una cosa cuando el sentido de lo que quiere decir el juez es otra», explicó el togado.

El caso terminó bien para el juez al ser restituido en su cargo, mientras la funcionaria no fue reintegrada por sus errores ortográficos.

(Noticia tomada textualmente de Elespectador.com)

EL FRAGMENTO CON ERRORES ORTOGRÁFICOS

El siguiente es un fragmento del dictado con que la funcionaria judicial fue examinada, examen del que salió muy mal librada:

«Los derechos SUSESORALES de los interesados dependen entonces del orden CRONILÓGICO que murieron HAQUELLAS personas acontecimientos que se pueden presentar varias CITUACIONES, ABRIA que averiguar entonces cuál de los hermanos murió primero PA ASI establecer el orden a heredar».

CORRECCIÓN

«Los derechos SUCESORALES de los interesados dependen, entonces, del orden CRONOLÓGICO en que murieron AQUELLAS personas, acontecimiento en que se pueden presentar varias SITUACIONES; HABRÍA que averiguar, entonces, cuál de los hermanos murió primero PARA ASÍ establecer el orden de heredar». 

COMENTARIO PERTINENTE

Por: Jairo Cala Otero / Cultor del español

jairo calaComo queda comprobado, por millonésima vez, la escritura correcta se ha convertido en un elemento comunicacional desdeñado por muchos. En el caso de los funcionarios de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial de Colombia nadie les exige calidad en sus trabajos de redacción, descontando el caso que me ocupa, que históricamente es el primero de su clase por la sanción impuesta: la desvinculación laboral de la mujer que escribe mal. Por esa indiferencia ante el idioma los documentos oficiales (y los privados también) están impregnados de barbarismos y graves faltas semánticas, ortográficas y gramaticales.

Traigo a la memoria lo dicho por el ya desaparecido abogado santandereano Alfonso Gómez Gómez (exministro de Estado, exalcalde de Bucaramanga y exgobernador de Santander) el 23 de abril de 2009, durante la ceremonia en la que asumía la investidura de miembro correspondiente de la Academia Colombiana de la Lengua: «Una conclusión práctica aquí y ahora, es la de proponer, señor gobernador, señor alcalde, señores orientadores de la vida académica y directores de publicaciones, que los documentos emanados de sus oficinas estén redactados en el mejor idioma, porque no solo transmiten órdenes para cumplir, sino que han de ser modelos edificantes, docentes, con el manejo esmerado del idioma que ha dado prestigio a Colombia, y nos ha hecho sentir en el exterior el orgullo de ser colombianos. Bastaría tener revisores idiomáticos en cada oficina y centralizar los servicios de información al público». (El subrayado es mío).

Al margen de la autorizada voz y recomendación del ilustre paisano, cuya vida fue un dechado de virtudes, comparto con el lector una realidad lamentable: cuando yo me desempeñé como redactor de noticias judiciales y de policía, en ejercicio del periodismo, nunca, repito nunca, leí un poligrama (documento que contiene información confidencial de la Policía), ni un alegato de algún abogado, ni un expediente de un proceso judicial, que estuviera bien redactado, o que no llevara máculas en materia gramatical y ortográfica. Todos los documentos que tuve el buen suceso de conocer de mis buenas fuentes de información adolecían de terrible redacción y de las más desparpajadas y caprichosas formas de aplicar la ortografía.

Vale agregar que, como lo dijo el magistrado Ovidio Claros, del Consejo Superior de la Judicatura, varias veces descubrí en aquellos documentos, con escritura farragosa y plagados de galimatías, que los escribidores terminaban diciendo lo contrario de lo que las sentencias judiciales ordenaban; o los memoriales de algunos abogados hundían a sus clientes, en vez de librarlos de una condena judicial. La falta de una coma, o de un punto, puede llevar a esas fatalidades, por ejemplo.

En contraste con ese despiporre idiomático, que parece una epidemia cancerosa entre mucha gente, cuando se invita a esos descuidados con el idioma a que se capaciten, se hacen los desentendidos; o argumentan a la ligera, sin medir la importancia ni el valor de la instrucción: «Es muy costoso»; «No me queda tiempo para estudiar»; «Me gustaría, pero no tengo plata»; «El mes entrante me inscribo» (y nunca lo hacen). La pregunta para devolverles es: ¿La ignorancia resulta más prestante, les concede más tiempo y plata, y les da lustre para que abandonen los errores que los hacen quedar tan mal? ¡Yo no lo creo!

Cierro con una diciente sentencia del abogado y docente de la Universidad de Harvard Dereck Curtis Bok: «Si cree usted que la educación es cara, pruebe con la ignorancia».

Y de ñapa recordemos al periodista y humorista colombiano Jaime Garzón Forero: «El problema de Colombia es usted porque no le gusta leer, no quiere estudiar, no le gusta madrugar, no quiere trabajar, vive esperando el viernes, solo piensa en fiesta y solo habla de fútbol».