Manizales, que cerca del cielo te levantaron
NELSON HINCAPIE L
Es maravilloso asistir a la Feria de la ciudad que hizo las ferias en Colombia. Cada año se consolida la afición y por ello de todos los rincones de nuestra geografía nacional y del exterior acuden viajeros en la búsqueda de aquellas faenas que inmortalizan la fiesta brava.
Cómo es la primera ciudad de mejor calidad de vida de Colombia y donde sus habitantes se siente más a gusto, la segunda es Medellín y la tercera Pereira, sus habitantes procuran atender al turista de la mejor manera posible, los taxistas a realizar su trabajo impecablemente, los restaurantes ya sean típicos, internacionales o los que llamamos comúnmente como corrientazos de excelente sazón manizaleña, procuran servir con gusto y cariño a los habituales comensales a unos precios cómodos para cualquier turista y así sucesivamente se ve el esmero en cualquier servicio que se le preste a la comunidad.
Pero volviendo al tema taurino, hoy se llevó a cabo la primera corrida de toros de la feria, con una plaza llena hasta las banderas y algo que me impactó fue la seriedad y buen comportamiento del público, los alguacilillos partiendo plaza sin ningún acompañamiento de reinas, sin bandas imitación Empastre en el ruedo haciendo propaganda a un determinado licor, sin ningún tipo de chabacanería, como la mejor plaza de toros de Colombia, pues me hizo recordar la Santamaría de Bogotá como en sus mejores épocas y por su seriedad, repito, puede compararse, guardando proporciones, con Sevilla, Pamplona, Valencia, Nimes etc.
Se presentaron toros de la ganadería Santa Bárbara, que pastan en cercanías de Bogotá y de propiedad del capitán Carlos Barbero, quien con esmero y dedicación ha logrado el desarrollo de un toro muy similar al que con algunos taurinos hemos denominado el “toro americano” cuyos pesos fluctúan entre 440 y 520 kilos. Y los de hoy, aunque no llegaban a 450 kilos, al menos tenían una bonita lámina y sobre todo edades que rondaban los 4 años y medio y algunos se acercaban a los cinco años.
Los toreros: empezando por el rejoneador Willy Rodríguez, quien abrió plaza, estuvo decoroso con sus dos ejemplares, especialmente el primero, pero a quien le falta un poco mas de conexión con el público, es decir, lo que llaman ángel, con muy bellos caballos pero quizá les faltan mas toreabilidad. Cristóbal Pardo, un torero de la tierra para más señas, pues es nacido en La Victoria, Caldas, estuvo valiente, artista y ejecutando los tres tercios de una manera casi perfecta y que inexplicablemente la presidencia no le concedió la segunda oreja, que el público solicitaba con sobrada insistencia, por la perfección con que ejecutó la suerte suprema. Y la gran sorpresa fue la presentación del torero peruano Andrés Roca Rey, quien de la mano de quien fuera el matador de toros español, José Antonio Campuzano, ejecutó una de las faenas más preciosas que yo haya visto en las mas de 1400 corridas que he presenciado entre 1963 y este 2016. Con pases de todas las marcas, con una belleza inusitada en la ejecución de los mismos, con un valor espartano y con decisión y donosura ejecutó la faena que seguramente concursará para la obtención del trofeo de la feria en su versión 61. Su toro se fue a pastar de nuevo a las cercanías de Bogotá y a procrear nuevos toros de indulto. Estamos ante un figurón de la torería mundial, con escasos 19 años y quien desde ya tiene escrituradas mas de 50 corridas en España y para la feria de abril en Sevilla, la friolera de tres tardes.
Por último, resaltar la juventud manizaleña quienes asisten en masa a sus corridas. Es impresionante la renovación de la afición que se produce cada año en esta feria y por ello con sobrada razón nos hemos aventurado a afirmar, que si la fiesta brava se llegare a extinguir de la faz de la tierra, en la última ciudad que ello ocurriría seria en Manizales, ciudad situada muy cerca del cielo taurino del mundo.
Pereira 7 de enero de 2016