28 de marzo de 2024

El vano intento de borrar el animal.

23 de diciembre de 2015
Por Víctor Zuluaga Gómez
Por Víctor Zuluaga Gómez
23 de diciembre de 2015

Victor Zuluaga Gómez

victor zuluagaPor muchísimo tiempo el ser humano utilizó el cerebro en sus mínimas proporciones para explicar el mundo que lo rodeaba. Toda la antigüedad y ese interminable período conocido como Edad Media fueron tiempos en los cuales todo cuanto existía en la Tierra tenía su propia alma, su propio espíritu, para luego crear unas divinidades asociadas a fenómenos naturales: Sol, Luna, Océanos. Y vendría luego la aparición del monoteísmo y entre ellos el Judaísmo y el Islamismo. Y todos los fenómenos sociales se explicaban por lo natural y lo divino. Los hombres estaban representados por el Sol y las mujeres por la Luna. Y los reyes europeos lo eran por Derecho Divino que nadie cuestionaba. La sociedad era una especie de copia de la naturaleza en donde había  una colmena con unas abejas divididas entre zánganos y obreras. De esa manera se justificó un Rey con una cantidad de zánganos que era una aristocracia que no hacía nada y el pueblo, el campesinado que en aquella época se llamaban Siervos, que representaban las obreras, las trabajadoras para que pudieran vivir los reyes y los zánganos.

Vendría entonces una especie de rebelión intelectual y aparecieron los filósofos y artistas del Renacimiento que buscaban afanosamente por medio de la Razón, explicar los fenómenos de la naturaleza y abandonar las explicaciones que tenían un respaldo de alguna religión.

Por muchísimo tiempo se postularon teorías que explicaran lo divino y lo humano, pero llegarían a la conclusión que si bien los fenómenos naturales se pueden explicar por medio de la Ciencia, el comportamiento humano no es posible predecirlo con la seguridad que tiene el fenómeno natural. De allí que se hablara de Ciencia Dura para referirse a aquellas disciplinas que tenían como fundamento la matemática y a las Humanidades, se les consideraba (o se les considera) una Disciplina pero sin el carácter de Ciencia Pura o Dura.

Lo cierto es que en el afán de controlar, predecir, ordenar, se han hecho ingentes inversiones en el campo de la Ciencia y paulatinamente se ha ido abandonando la inversión en el campo de las Humanidades. En estos días precisamente escuché a una alta funcionaria del Ministerio de Educación nacional que decía (sin ponerse coloradas) que era necesario reforzar el campo de las COMPETENCIAS BLANDAS. Y cuando habla de este tipo de competencias es porque en la actualidad se ha puesto de moda el término COMPETENCIAS: matemáticas, científicas. Todo se ha convertido en una competencia, es decir, se sigue exactamente la misma ruta en la cual existe un abandono generalizado en cuanto al desarrollo de competencias ciudadanas, comunicativas, éticas, solidarias. A estas últimas las ha llamado BLANDAS, como quien dice, las competencias duras seguirán siendo las Matemáticas, las Ingenierías, es decir, todo aquello que tiene la ilusión de que es preciso. El conocimiento de lo social, del ser humano, queda arrinconado con el nombre incómodo de COMPETENCIA BLANDA.

Todo ello nos permite entender por qué llevamos tanto tiempo matándonos entre nosotros, pero hay desarrollo de la infraestructura vial y urbanística y todo lo que las competencias Duras nos pueden brindar.

Porque es esa competencia llamada Blanda, la que nos puede permitir controlar el instinto animal y practicar la ética, que tanta falta nos hace en esos momentos.