28 de marzo de 2024

En Colombia: Denuncian nueva modalidad para el robo de carros

Por Tomás Nieto
8 de julio de 2015
Por Tomás Nieto
8 de julio de 2015

el campanario

El escritor y periodista Jaime Lopera Gutiérrez nos alerta sobre una nueva forma de asaltar para robar carros en Colombia.

Para no caer en la trampa de los malandrines es necesario tener cuidado con lo que vemos por el espejo RETROVISOR INTERIOR del automotor.

La circular preventiva

Lee esto  y mándalo a quien creas conveniente:

Cuando vas por tu carro, que dejaste estacionado, ¿Qué haces?:

Abres la puerta, entras, pones el seguro a las puertas, abrochas tu cinturón de seguridad, enciendes el motor, enciendes tu radio, quitas el freno y arrancas, pero……. No lo haces.

Porque al MIRAR por el espejo retrovisor, antes de arrancar, ves una hoja de papel grande pegada al vidrio posterior.

Vaya!!! A quién se le ocurriría eso?

Entonces pones el freno de mano, abres tu puerta y bajas del carro para retirar el papel que te obstruye la visibilidad.

Cuando llegas a la parte posterior, aparece el ladrón de la nada, entra y se va con tu carro.

Tu motor estaba encendido, tu maletín, tu bolso o cartera, computador, paquetes, etc. estaban dentro.

Mientras, el desgraciado prácticamente te arrolla en su huida.

Una clara advertencia

ESTA ES UNA NUEVA MODALIDAD. SI VES UN PAPEL POR EL RETROVISOR, NO TE BAJES! vete de inmediato, ya que el papel lo puedes retirar del vidrio más adelante,  sin peligro.

Y cuando creas conveniente quitar el papel, no lo hagas con las manos, trata de ayudarte a despegarlo con algo que no permita tocar el papel en contacto con la piel de tus manos puede contener *BURUNDANGA* y adormecerte.

Cuídate y cuida a los demás.

La última carta de amor de Bolívar

La última carta de amor escrita por Bolívar, pocos días ante de morir y no fue precisamente a la Manuelita, sino al gran amor de su vida: su prima Fanny.

Es impresionante su hermoso texto, de su propia mano (sin escribano), así como la lucidez de El Libertador antes de su decesoel 17-12-1830.  La carta está fechada el 6 de diciembre de ese año.

Afortunadamente su prima Fanny la conservó para la historia.

Querida prima:

¿Te extraña que piense en ti al borde del sepulcro?

Ha llegado la última hora; tengo al frente el mar Caribe, azul y plata, agitado como mi alma por grandes tempestades; a mi espalda se alza el macizo gigantesco de la sierra con sus viejos picos coronados de nieve impoluta como nuestros ensueños de 1805.

Por sobre mí, el cielo más bello de América, la más hermosa sinfonía de colores, el más grandioso derroche de luz.

Y tú estás conmigo, porque todos me abandonan; tú estás conmigo en los postreros latidos de la vida, en las últimas fulguraciones de la conciencia.

¡Adiós Fanny! Esta carta, llena de signos vacilantes, la escribe la mano que estrechó las tuyas en las horas del amor, de la esperanza, de la fe.

Esta es la letra que iluminó el relámpago de los cañones de Boyacá y Carabobo; esta es la letra escrita del decreto de Trujillo y del mensaje del Congreso de Angostura.

¿No la reconoces, verdad? Yo tampoco la reconocería si la muerte no me señalara con su dedo despiadado la realidad de este supremo instante.

Si yo hubiera muerto en un campo de batalla frente al enemigo, te dejaría mi gloria, la gloria que entreví a tu lado en los campos de un sol de primavera.

Muero miserable, proscrito, detestado por los mismos que gozaron mis favores, víctima de un inmenso dolor; presa de infinitas amarguras. Te dejo el recuerdo de mis tristezas y lágrimas que no llegarán a verter mis ojos.

¿No es digna de tu grandeza tal ofrenda?

Estuviste en mi alma en el peligro, conmigo presidiste los consejos del gobierno, tuyos son mis triunfos y tuyos mis reveses, tuyos son también mi último pensamiento y mi pena final.

En las noches galantes del Magdalena vi desfilar mil veces la góndola de Byron por las calles de Venecia, en ella iban grandes bellezas y grandes hermosuras, pero no ibas tú; porque tú flotabas en mi alma mostrada por las níveas castidades.

A la hora de los grandes desengaños, a la hora de las últimas congojas apareces ante mis ojos de moribundo con los hechizos de la juventud y de la fortuna; me miras y en tus pupilas arde el fuego de los volcanes; me hablas y en tu voz escucho las dianas de Junín.

Adiós, Fanny, todo ha terminado. Juventud, ilusiones, risas y alegrías se hunden en la nada, sólo quedas tú como ilusión serafina señoreando el infinito, dominando la eternidad.

Me tocó la misión del relámpago: rasgar un instante las tinieblas, fulgurar apenas sobre el abismo y tornar a perderse en el vacío.

Santa Marta, 6 de diciembre de 1830