La historia de La Tusa
Contraplano
A propósito del nuevo culebrón que se ha puesto en la parrilla nocturna de la televisión, titulado “Los hombres también lloran”, nos dimos a la tarea de establecer con unos expertos en pasiones del alma cuántos tipos de tusas se conocen en Colombia.
Para los sicólogos amigos del anonimato que atienden a la sufrida clientela en las Clínicas del Amor pueden ser unos diez los modelos, a saber:
1) La tusa bulliciosa es aquella que es de dominio público, en la que el damnificado desea que todo el mundo conozca su dolor.
2) La tusa costumbrista. Es la que sobreviene después de convivir muchos años con una persona. Es tan terrible seguir como terminar.
3) La tusa dama. Es la que llega sin avisar y acaba con todo, como un tsunami. Viene acompañada del hipócrita “no eres tú, soy yo”, lo que quiere decir que hay otro u otra de por medio.
4) La tusa relámpago. Se precipita de la noche a la mañana y se resume en diecinueve palabras: se conoce a alguien y al otro día uno de los dos desaparece o pasa a un segundo plano.
5) La tusa platónica. La sufre la que tiene el título de mejor amiga. No clasifica dentro del grupo romance. La tusa es por lo que pudo ser y no ha sido.
6) La tusa muda. La llaman así porque el que la sufre la niega. No pregunta por él, no llora, y dice que todo está perfecto.
7) La tusa regenerativa. Cuando uno cree que está al otro lado y de pronto aparece él con una mujer divina.
8) La tusa con retrato. La de Gali Galiano, quien vuelve picadillo la foto de la amada y echa los pedazos en un vaso para beberse su recuerdo.
9) La tusa recriminadora. ¿Quién no le ha recriminado a Dios con la canción Obsesión, del maestro Peter Manjarres: “Hiciste médicos pa’ todos los males, pero ¿por qué no creaste uno que pueda curar un mal de amores”?
10) La tusa fonográfica. Existe desde junio de 1967 y la grabaron en Discos Fuentes, en Medellín, Los Coyotes, dúo conformado por el antioqueño Luis Carlos Murillo y el risaraldense Luis Angel Ramírez, más conocido como “El caballero gaucho”, cantantes populares que descansan en paz, en Medellín y Pereira, respectivamente.
Su pieza, que para unos es un pasillo y para otros una ranchera, dice así, con inspirado despecho pamperiano:
Recuerdo cuando tú me amabas y que te quería con el corazón/ Me muero tan solo pensar en el vil engaño de tu cruel traición/
Las copas, cuando más las tomo, mucho más me acuerdo de lo que te amé/ la tusa que por ti yo siento/está torturando mi pobre vivir.
Sintiéndome ya enfermo sin besar tus labios/ soportando esta tusa que conmigo acaba/ jamás había pensado que tu amor malvado hiriera con desprecios mi pobre corazón.
Del repertorio para los “entusados” no se ocupan solamente los intérpretes de las canciones de carrilera. Mucha gente habrá escuchado seguramente la canción del argentino Andrés Calamaro que dice en uno de sus apartes: “Todo lo que termina, termina mal, poco a poco, y si no termina, se contamina mal, y eso se cubre de polvo”.
Por las redes sociales se pasea el señor Oliverio Eduardo Saldaña Mahecha, quien ha impuesto una marca de casi cuarenta años en duración de una tusa. Veamos lo que escribió después de oir el lamento de Los Coyotes:
“De las canciones sentidas que vibran en el pueblo, esta es una de las más hermosas y reales. Pregúntele a alguien que no conozca de estas vivencias y nunca sabrá qué es una tusa. Yo al menos tengo una tusa desde hace treinta y ocho años por una mujer que se ausentó de mi vida y no la he podido olvidar y cada vez que escucho esta canción me acuerdo de ella. Yolanda, aún te quiero”.
Dejábamos por puertas las tusas trágicas que llevaron al disco Carlos Dante y Alfredo de Angelis, con su tango ”Mocosita”, por la que se suicida en un cuarto del conventillo el pobre payador abandonado que ya no puede más, y el prohibido bolero “Suicidio” que impuso Jhonny Albino con su Trío San Juan.
Le preguntan a la Doctora Corazón: ¿Qué es el amor? Un sentimiento propio de los seres humanos que cuando se siente produce varios cambios: la temperatura corporal es mayor, las manos son sudorosas, la cara sonrojada, se sienten “maripositas” en el estómago, la respiración aumenta y los latidos del corazón aceleran, pero ¡oh problema! cuando el amor se acaba, se va o se muere, ahí comienza una pesadilla que para desgracia de todos, alguna vez nos toca vivir.
La apostilla: Un periodista bogotano al que le ponían unos cachos enormes todas sus Dulcineas solía ir al dispensario del “Indio Amazónico” a buscar remedio a sus dolencias del corazón. Cuando uno de los asistentes del “curandero” lo veía subiendo las escalas, le decía a su patrón: “Jefe: ahí viene a nueva consulta el campeón de la cabronco-neumonía”.