Carta de Palemón el estilista (IV)
Este zapatero cascarrabias de Luciano de la Congoja, debe escribir bajo los efectos del alcohol. Y más si es un lunes que, por tradición, en nuestros pueblos se conocen como lunes de zapatero, día en que los del gremio se dedican a libaciones sin parar.En la columna de ayer – un salpicón anárquico y deshilvanado- se la dedica a Lizcano y a Penagos, dos parlamentarios de origen conservador pero que se trastiaron para el Partido de la U, y de paso dice que yo debo ser gay por mi estilo amanerado y zalamero, revolviendo peras con mamoncillos. Homófobo el viejito. Ni yo soy gay, ni me considero para escribir como cercano a los grecolatinos. Ese estilo pasado de moda, lo utiliza en La Patria y en Eje 21 César Montoya Ocampo, por quien le pregunté a mi tío que fue su amigo político y me contó que se dedicó en su vejez a boliarle incienzo a Omar Yepes Alzate, a quien no lo baja del santoral conservador, olvidándose del daño que le hizo al departamento con la tortuosa coalición que durante treinta años tuvo con Víctor Renán Barco y Luis Guillermo Giraldo. Y que piensa reencaucharla ahora con Adriana Gutiérrez y Oscar Iván Zuluaga, sus acérrimos enemigos hasta ayer. Mas bien el que escribe con esos adjetivos y alambicadas oraciones es ese zapatero, que se las tira de intelectual, pero que ha confesado que es revisterito y que debe tener a Semana como su biblia semanal.
Lo de la insinuación de que soy gay, se la voy a pasar por alto. Ese prejuicio de que a los estilistas nos tienen que gustar los hombres, es un estigma homófobo. Conozco zapateros gay – de hecho aquí en Manizales, por los lados de San José, había uno que alquilaba revistas y al que nuestros padres nos decían que le huyéramos como el diablo a la cruz – lo que no quiere decir que todos los zapateros sean maricas. Esa Homofobia es peligrosa. Los que quieren contramatar a los invertidos, se toman dos aguardientes y se les moja la canoa. En Miami me tocó sacarle el cuerpo a un par de ellos que delante de sus mujeres odiaban e insultaban a los homosexuales y después de dos whiskies terminaban coquetiándoles en los orinales.
Pero en mi escrito anterior quedé debiéndoles un chisme. Les había dicho que paré la oreja cuando en la sala de una casa de Palogrande, mientras yo le hacía una mascarilla a la dueña de la casa, politiquiaban su marido y un cuñado. Y echaban pestes contra Don Guido Echeverri, a quien no conozco en persona, que coincidían con las que le había echado el zapatero en dos de sus columnas anteriores. Decían que en efecto, Echeverri no le era leal a ninguno de quienes lo habían ayudado. Que dejó a Luis Guillermo Giraldo, su mentor y amigo, quien se lo recomendó a Omar Yepes para la Gobernación, según oí en la charla , y aterrizó en el Partido Cambio Radical, cuando fue inscrito para la Gobernación por el Partido Liberal, el de Adriana Franco y Mario Castaño, junto con Omar Yepes. O sea que hizo moñona de traición con quienes le ayudaron a ganar el primer cargo de Caldas. Y ahora busca el respaldo de Lizcano y Penagos, quienes se opusieron a su candidatura.
Yo, que apenas estoy familiarizándome con la política municipal y provinciana, casi no desenredo este jeroglífico. Pero no solo dijeron que era desleal y traidor, si no que cuando fue gobernador se tragaba a insultos a sus subalternos y a sus secretarios los volvía ropa de lavar, sin distinguir si eran damas o caballeros. Estas y estos agachaban la cabeza para no perder sus chanfainas. Y que además, Don Guido es desagradecídisimo. A quienes fueron sus escuderos, ni siquiera les volvió a pasar al teléfono. Lo mismo, que a quienes le prestaron apartamentos y fincas para sus francachelas y parrandas etílicas, a las que era muy asiduo, siempre rodeado de su camarilla de aduladores y paniaguados. Dicen que Julían Gutiérrez le pagó con la misma moneda. No lo ha tenido en cuenta para nada. Entre desagradecido se entienden. Y concluían que está llevada la dirigencia política de Caldas cuando tienen que apelar a Don Guido Echeverri y a Luis Roberto Rivas, cuestionado y este último aún prontuariado por una pirámide que montó para quedarse con platas de la oligarqía manizaleña, pero también con ahorros de ex empleados clase media que cayeron ante sus cantos de sirena financieros. » Estamos fregados con jota «, expresó mi clienta, mientras se lavaba su mascarilla de aguacate.
Atentamente,
Palemón el estilista.