Carta de Palemón el estilista (3)
Don Evelio:

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Luego me descalifica porque me atreví a contradecirlo. Y me dice lagarto, peluquero de niñas de la oligarquía, y pide que usted, Don Evelio, me saque de su diario digital, por culipronto, trepango y engominado. Reconozco que he sido culipronto y que a ratos lo soy. Y trepango, este Juan de la Congoja que se identifica como zapatero remendón, arrancado y pobretón, pero que lee a William Ospina, Facciolince y García Márquez, toma trago, enamora, le gustan las cantinas, se deleita con la música de Los Cuyos y saborea tangos. Que especimen tan extraño. En cambio a mí, me deprimen Los Cuyos, más desde que supe que muchos proletarios se suicidaban en el Puente de Olivares después de oir » Como se Adora el sol «, los tangos me producen urticaria por sensibleros y llorones y enamoro con Ricky Martin, Shakira y los cantantes contemporáneos latinos, de quienes he sido amigo en Miami. Con razón vive tan acongojado el tal Luciano. Y ahora se viene, olvidándose de sus penurias diarias de zapatero, a quejarse porque Avianca dizque lo tortura con su incumplimiento en La Nubia. Yo tengo que hacerle el corte por lo menos a veinte señoras para poderme montar en un avión, cuyo pasaje desde o hacia Manizales, vale un verdadero capital. Entonces ¿ en que quedamos ?. Es político Luciano de la Congoja? . ¿Es oligarca del Club Manizales o del Club Campestre?. ¿ Es zapatero ilustrado?. No señores, es un camaleón. ¡Que susto!.
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Luciano dice que le llega gente de toda clase y condición a su zapatería. Pues a mí no me llega gente porque yo trabajo a domicilio. Mucha llamada de la clase emergente manizaleña, de encopetadas señoras de dedo parado y rancios apellidos y de dos o tres ejecutivos que quieren hacerse el champú y las uñas. Y como le parece Don Evelio, que a este nivel también paro la oreja y oigo unos chismes políticos maravillosos. Que coinciden con los del zapatero de marras. Cuando supieron que dizque Don Guido Echeverri y Luis Roberto Rivas, iban a ser candidatos a la Gobernación y a la Alcaldía, abrieron unos ojos así de grandes. Pero no les voy a contar lo que dijeron mis clientes. Me lo voy a guardar hasta la próxima columna, si es que su merced me continúa recibiendo estos parrafones.
Atentamente,
Palemón el Estilista.