Manizales no tiene alcalde
Columna perversa.
Por Luciano de la Congoja
El alcalde de Manizales debe ser ciego y sordo. No se da cuenta que la ciudad se le está deshaciendo como un terrón de azúcar bajo los efectos del agua. Estamos viviendo en una gran concentración humana sin dueño, en donde cada cual hace lo que le da la gana. El desorden cunde, la estética desapareció, la autoridad no existe. Estamos en una jungla de horror.
Los prostíbulos y las busconas se tomaron las plazas, las avenidas y la calles. Allí, en donde está el destacado monumento de Arenas Betancur, merodean las hetairas que de noche salen en cacería de mancebos y de viejos verdes. Anillan estos espacios, lenocinios guachafiteros, con venta o alquiler de carne humana, masculina y femenina, ya trajinada y sucia, con damitas de piernas abiertas para ofrecer el “mercado”, con sátiros de barbas grasientas, vestidos con andrajos, de ojos extraviados. El centro de Manizales se convirtió en un burdel.
Pobre, pobrísimo Club Manizales. A la hermosa Sala Social de esta ciudad no se puede ingresar. Por donde se entra al establecimiento, montaron una venta de periódicos y revistas. En Las gradas de la edificación se sientan vagos, jóvenes y viejos. Al lado de una pobretona estantería para libracos baratos, venden fritangas. Una dama que ingrese o salga, bien vestida, corre peligro de que la despojen, o le encimen, por lo menos, unos adjetivos de arrabal.
De día el comercio abunda en ofertas. Agua de coco, chorizos con arepa, tinto y agua arómatica,camándulas, estampas de la Virgen, novenas a las ánimas benditas, mazamorra con bocadillo,cebollas, tomate, jugo de mandarina,gelatina negra y blanca , piñas, mamoncillos, albóndigas,mangos, papayas, flores de plástico, flotadores, chanclas, casitas para perros, arroz con leche, papitas fritas, chicharrones, conos, medias, ropa interior, ositos de peluche,bolsas de agua , cristalería, faldas para mujeres, botas camineras, zapatos ordinarios, memorias, controles para televisores, arequipe, maní, enlatados, discos de 45, 33 y 12 revoluciones, manillas, periódicos, revistas, loterías,chance, camisetas para equipos de futbol, relojes, artesanías para todos los gustos,recargas de celulares, toldos, motos sobre los andenes. En el infierno no se ve un mercado igual. Por la carrera 23 de Manizales no se puede transitar sin tener los oídos atentos y del ojo vivo para evitar los manotazos de los choros.
¿De noche? ¡Ni se atreva! De La 23 se adueñan los atracadores, las prostitutas que por dos pesos buscan con quien se puedan acostar para despojarlos luego de sus prendas, los rufianes que salen de los extramuros, los vencidos por la droga, los pilluelos que, melosos, se les acomodan a los homosexuales, todos los degenerados de la ciudad. Si usted está en el Club Manizales, ¡por Dios! no salga. Utilice una silla y duerma ahí si quiere conservar la vida, o por lo menos su integridad personal.
Toda la carrera 23 desde la entrada de Pereira hasta del Parque Caldas es una vitrina de ignominiosa vulgaridad. La Plaza de Mercado se volcó sobre la principal arteria de la ciudad, que debiera ser la vitrina de la elegancia.
¿El Alcalde y los Concejales no viven en Manizales? ¿O no les importa la ciudad? ¿No han leído el mandato de la Constitución Nacional sobre el espacio público en sus artículos 24, 63 y 82?
¿Por qué calles y carreras se movilizarán el Alcalde y los Concejales que no han visto o se hacen los ciegos frente a esta degenerado relajamiento que nos pone de presente una pobre aldea de viso vergonzoso y humillante?