28 de marzo de 2024

¿Surge otro escritor caldense?

27 de enero de 2015

Pensé en este libro cuando iba en la página treinta de “Maldito baile de muertos”, novela escrita por Rubén Toro López, un joven nacido en una vereda de Aranzazu. Pues bien: cuando Vargas Llosa habla sobre el estilo de una narración lo hace para decirle al novelista en ciernes que el lenguaje debe transmitirle emoción al lector. Y esto, en primera instancia, es lo que logra Rubén Toro López con su libro: transmitirle al lector, a través de la palabra, una emoción que se traduce en querer seguir aferrado al libro hasta la última página.

libro ruben toroDebo confesar que soy de esos lectores a quienes el primer párrafo le dice si debe continuar en la lectura de un libro. En esa frase inicial uno descubre si detrás de ese libro que tiene en las manos hay un buen escritor. Sucede con Franz Kafka. A uno como lector lo atrapa esa primera línea de “La Metamorfosis” donde dice: “Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto». Ahí, en esta frase, está el imán para seguir aferrado a la narración. No peco de exagerado si digo que en la frase inicial de “Maldito baile de muertos” se descubre a un escritor que juega con el lenguaje para contar una historia que desde la primera página seduce al lector.

No es solo el tono narrativo que alcanza Rubén Toro López en “Maldito baile de muertos” lo que invita a leer el  libro. Es la plasticidad de las descripciones lo que obliga a seguir sumergido en su lectura. Pero además hay otro elemento que atrapa al lector: el lenguaje erótico. Hay en la primera parte del libro un erotismo que, aunque por instantes se sube de tono, sobre todo cuando habla de los senos de Francisca o cuando describe escenas de cama, está manejado con sutileza literaria. La historia titulada “Pacha, la puta del pueblo” es un relato donde el lenguaje erótico tiene connotaciones artísticas. Recordemos que el erotismo es un tema recurrente en la novela moderna. Borges decía que los editores le pedían que incluyera en sus libros escenas eróticas para que se vendieran más.

El hilo conductor de la primera narración que contiene el libro de Rubén Toro López es la historia de una mujer que, cuando salió de Aranzazu, dijo sin medir el alcance de sus palabras que se iba a ejercer la prostitución. La frase se la enrostró al párroco, que en la novela se llama Juan Evangelista, la tarde en que supo que él era su padre. Ella fue el fruto de una relación del cura con su madre, una mujer de nombre Martina que llegó a la zona de tolerancia procedente de la Costa Caribe. Francisca, que en el libro no tiene apellido, es una mujer “demasiado hermosa y libre para un pueblo mojigato como Aranzazu”. A los diecisiete años, cuando se encontraba en la flor de la juventud, le entregó su virginidad al alcalde a cambio de una inmensa cantidad de dinero.

Francisca se va para la Costa Atlántica a disfrutar su plata. Cuando se exhibe en la playa, su belleza cautiva a todos los hombres. Tanto, que le llueven propuestas de turistas extranjeros para que se vaya con ellos para el exterior. Sin embargo, no las acepta. Un día, con la plata que tiene, decide irse por su propia cuenta. En Europa conoce a un millonario que le ofrece todo para que viva con él. Termina ejerciendo la prostitución. Pero aprovecha para ahorrar el dinero que gana. Y veinticinco años después de haber salido de Aranzazu regresa para comprarse la mejor casa del pueblo. Su presencia en las calles despierta todo tipo de comentarios. Es una mujer que a los cuarenta y dos años conserva un cuerpo que, por su voluptuosidad, se roba todas las miradas.

Me haría muy extenso si resumiera en este ensayo todo el argumento de “Maldito baile de muertos”. Le quitaría lectores al libro si cuento todo lo que pasa con Francisca, el personaje central. De lo que se trata aquí es de hacer una valoración literaria del relato. En este sentido, la pregunta que lleva por título este artículo  tiene respuesta: sí. Estamos ante un autor con talento literario, que no obstante pecar en el uso de los signos de puntuación mantiene en vilo la atención del lector. Toro López tiene futuro como novelista. Este libro muestra a un escritor maduro que, de seguir por esa senda creativa, haciendo malabares con la palabra, puede escribir una gran novela. Tiene imaginación y, sobre todo, un excelente manejo del lenguaje narrativo. Su estilo es rápido, secuencial, como de relato cinematográfico.

ruben toroHay una constante en los grandes escritores: hablar sobre sus raíces, sobre el espacio de la infancia, sobre su entorno familiar. Alvarez Gardeazábal hizo de Tuluá, su pueblo, un espacio novelable. Y William Faulkner convirtió el Condado de Yorknapatawpha en un referente literario. Rubén Toro López hace de Aranzazu el centro de sus ficciones. Toma las costumbres, los hechos históricos, los personajes y la naturaleza misma como elemento vital de su creación. El rio Chambery corre por estas páginas. El escritor tiene imaginación. Hace llover sobre el pueblo durante diez días seguidos. Y para demostrar su capacidad de crear situaciones verosímiles, en la novela Aranzazu sufre una toma guerrillera. El edificio de la alcaldía es reducido a escombros, y  la iglesia queda en mal estado.

Rubén Toro López maneja un estilo narrativo alegre, de toque sensorial, con fuerza descriptiva. Las frases tienen encanto literario. La poesía asoma, dándole realce al texto. En la creación de los personajes logra condensar hábilmente el pasado con el presente, mostrándole al lector ese aire de misterio que convirtió a Francisca en tema obligado de conversación. Además narra cómo su belleza causa conmoción entre los hombres cuando cruza por la calle. Tanto, que se vuelve costumbre en ellos apostarse en la plaza para verla pasar todas las mañanas cuando va hacia la galería. Y hasta en la cafetería de Gersa, donde despachan los buses, su presencia llama la atención. Francisca es un personaje que se queda en la mente del lector por esa leyenda que se teje a su alrededor.