Son contribuyentes, no delincuentes
Tanto desde el punto de vista económico como político y social, la obstinación de la administración del presidente Santos en aumentar una vez más los gravámenes, es perjudicial por donde se le mire.
Y es que si se mira precisamente el lado económico, en este país no solo se pagan impuestos exagerados, sino que aumentarlos en vísperas de un año que como el 2015 puede ser duro por las dificultades que viven las grandes economías del planeta, los resultados pueden ser catastróficos.
Ahora, desde el punto de vista social, el despropósito no es menos tangible. Sobre todo, por la actitud del Estado frente a los contribuyentes.
Sí. En este país quienes soportan al sector público con el pago de sus impuestos son los que reciben el tratamiento más duro por parte de las instituciones oficiales, comenzando por la Dian. Prueba fehaciente de ello es el trato dado a quienes por una u otra razón no declaran su renta a tiempo, ya que son objeto de fuertes sanciones como las multas del 5% del impuesto a pagar o el 29% de intereses, castigos que son desde todo punto de vista un atropello injustificable.
Simultáneamente, quienes durante décadas han evadido de tajo sus obligaciones impositivas o peor aún, los servidores públicos de todo nivel que manejan y se apropian de los presupuestos públicos como si fueran propios, difícilmente y solo en casos extremos son abordados por la Dian o peor aún, por la Fiscalía General de la Nación.
En resumidas cuentas, en Colombia los contribuyentes en no pocas ocasiones son tratados como verdaderos delincuentes y eso sin adentrarse demasiado en las dificultades manifiestas, las colas eternas y los obstáculos burocráticos que deben afrontar quienes desean cumplir correctamente con su deber de pagar impuestos.
Impuestos que jamás será demasiado decirlo una vez más, poco se traducen en obras de infraestructura o inversión social para la ciudadanía que los asume.
Vanguardia/editorial