¿Para qué sirve la historia?
Pero en algún momento a los sabios de la educación se les ocurrió que era necesario disminuir de una manera considerable las Humanidades para introducir aquellas asignaturas que tienen que ver con Ciencia Dura, Tecnología y todas aquellas herramientas fundamentales para el desarrollo de la industria; en síntesis, aumentar la productividad.
Ya Carreño, aquel autor que enseñaba las más elementales conductas de la convivencialidad había pasado a la historia sin pena ni gloria.
Pero bien se ha dicho que quien no conoce la historia está condenado a repetirla y eso es lo que nos acaba de ocurrir con la alcaldada del burgomaestre de Cartagena. Hace muchos años unos piratas ingleses, con el visto bueno de su gobierno, sitiaron a Cartagena e intentaron tomarla para saquearla. Hubo una resistencia liderada por el famoso Blas de Leso, quien defendió la ciudad y en gran medida por ello ganó el título de la Ciudad Heroica. Pero pasaron los años y los siglos y la historia se fue olvidando así, de una manera lenta. Y el señor Alcalde de Cartagena y uno de sus asesores el doctor Sabas Pretelt de la Vega, organizaron y llevaron a cabo el ridículo más espectacular, el oso más gigantesco jamás presenciado: elaborar una placa en donde se le rendía homenaje a los piratas que habían caído en el intento de la toma a la ciudad.
Nadie podría imaginar que en San Basilio de Palenque se le haga una placa conmemorativa a todos aquellos soldados españoles que intentaron una y otra vez sitiar y acabar con el pequeño poblado que habían fundado los esclavos huidos precisamente de unos amos que ordenaban por medio del látigo y el arcabuz.
Pero el incidente además fue adornado con todo un espectáculo de mal gusto, a saber, entregarle al Príncipe y su consorte, un sombrero “vueltiao”, una libra de café, un collar de arepas, un kilo de hormigas “culonas”, y otra cantidad de figuras emblemáticas de cada región, y ya nos podemos imaginar la sonrisa de oreja a oreja de la aristocracia inglesa sometida a este tipo de espectáculos que vendrían a ser el sumo de la chabacanería.
¿Para qué sirve la Historia?. Para que evitemos caer en estos actos ridículos, por lo menos.