Familia que escribe unida
Lo antecedieron con sendos libros, en su orden, dos tíos suyos: Roberto Escobar Gaviria, alias “El Osito”, con “Mi hermano Pablo”, de 168 páginas, y Alba Marina Escobar Gaviria, autora de “El otro Pablo”, quien en más de 400 páginas hace una vehemente defensa del desaparecido jefe del siniestro “Cartel de Medellín”.
El hijo Juan Pablo –que ahora se llama Sebastián Marroquín por razones obvias– se llevará un billete largo que le pagará la editorial por la exclusiva del libro, suerte que no tuvieron sus tíos en el campo editorial.
Otros biógrafos del patrón del mal
Es densa la bibliografía que ha tenido, a partir de su muerte, el temido narcotraficante Pablo Escobar Gaviria.
“La Parábola de Pablo”, título del libro del ex alcalde de Medellín, Alonso Salazar Jaramillo, sirvió de base a la producción del seriado “Escobar, el patrón del mal”, la exitosa telenovela del canal Caracol.
Sobre el huidizo jefe del cartel de la cocaína también publicó libro Germán Castro Caicedo, quien mantuvo algunas entrevistas secretas con el delincuente, en uno de sus tantos escondites, cuando era un prófugo de la justicia.
El lugarteniente John Jairo Velásquez Vásquez, “Popeye”, jefe de los escuadrones de sicarios de Escobar, produjo en prisión un libro titulado “El verdadero Pablo… Sangre, traición y muerte”, con el apoyo de la periodista caucana Astrid Legarda Martínez.
La fuerza aérea de Pablo
Alias “El Osito“ escribió: “Pablo llegó a tener una flotilla de quince aviones aerocomander, cada uno con capacidad para unos 1.200 kilos de cocaína. Salían encaravanados en la noche y llegaban en la madrugada a lugares solitarios de Méjico. En un solo viaje alcanzaba a coronar unos 15 mil kilos. Luego negoció aviones jets 727 con la Eastern. Cada avión sin sillas transportaba hasta diez mil kilos de cocaína”.
Recibiendo a Montesinos
El mismo Roberto Escobar describía así a su hermano Pablo recibiendo en sus dominios al brazo derecho del entonces presidente del Perú, Alberto Fujimori: “Era un turbo-comander de gran potencia y amplia autonomía de vuelo. Había partido de una pista clandestina del territorio peruano. A la una en punto aterrizó en la Hacienda Nápoles. Pablo lo saludó: “Bienvenido a Colombia, señor Montesinos”.
La proclama de José Confusio
Circula por las redes sociales, firmado por un paisa que se hace llamar José Confusio (con ese), esta excelente radiografía de la envilecida televisión colombiana:
“No puedo obligar a otros; otras, mejor, pero por mi parte, hace rato que eliminé de mi espectro televisivo a RCN y a Caracol en toda la extensión de las pocas o muchas horas que le dedique a la televisión. ¿Noticias? La DW y los canales españoles también pasan noticias. ¿Telebobelas? no, gracias. ¿Programas de concurso? Paso…
Ver 12 o 15 minutos de publicidad repetida hasta el cansancio para luego ver 10, 20 de «cómo se desmorona la Bogotá de Petro» y de intermedio «los deportes» que dedican sus 5 minutos íntegros a hablar y a repetir inmisericordemente los goles de James, de Falcao y de uno que otro bendecido por la «crítica especializada» del «doctor» tal por cual; no es mi proyecto de vida, ni mucho menos.
Somos tan estúpidamente predecibles los colombianos, que no hace falta ver noticias nacionales para saber que, estemos como estemos, estamos jodidos.
¿Y las regionales? ¡Ah, si claro! noticias a la medida del gobernante de turno: el noticiero de Teleantioquia ya podría llamarse telefajardo, telebluyín o noticrespitos y el de Telemedellín, Notigaviria, o telebellezas del alcalde… Amén…
José Confusio”, (con ese).
Tolón Tilín
Del atosigante repertorio de miserias, EN VIVO, de Caracol Televisión, nos “matan” los pequeños editoriales con los que se despacha, después de cada informe periodístico de los sufridos reporteros, la presentadora paisa Mónica Jaramillo, quien de paso les asigna tareas, al aire, a los periodistas para que continúen haciéndole seguimiento minucioso a la basura noticiosa del día, “desde todos los ángulos”.