Esa dificultad de reconocer la diferencia
Desde muy temprana edad se nos enseñó que la humanidad se divide entre los buenos y los malos. Nosotros, por lógica, pertenecíamos o pertenecemos a los buenos y los “otros” a los malos. Eso fue lo que ocurrió, ni más ni menos cuando los europeos llegaron al continente americano y observaron que la población nativa no era como ellos, es decir, no hablaban la misma lengua, no vestían de la misma manera ni tenían sus mismos dioses. Fueron entonces declarados salvajes, atrasados, incivilizados y en fin, depositarios de todos los pecados posibles de acuerdo con el decálogo cristiano. Lo mismo harían con los africanos, población que fue administrada como si fuese una mercancía.
Y cuando decía que se nos enseñó a pensar de esa manera, a saber, “nosotros” y los “otros”, para excluíy mas no para incluír, basta con leer las crónicas que dan cuenta de lo que fue el proceso de colonización antioqueña en donde se decía que finalmente había llegado la “luz”, la “civilización”, el “progreso” a estos lugares, gracias a la presencia de un grupo humano privilegiado y que por definición debería ser el encargado de dirigir, gobernar y ordenar el territorio y su población, o la poca población indígena que aún quedaba luego de haber padecido la presencia española.
Los Tabuyos de Belén de Umbría, los Apias del actual Apía, los Guaticamaes de Guática, los Sopingas, Andicas, los Quinchías, los Tabuyos, todos ellos fueron desapareciendo luego de que sus tierras fueron apropiadas por los nuevos pobladores antioqueños y caucanos.
Lo únicos pobladores indígenas del actual departamento de Risaralda, los Embera-Chamí, sobrevivieron porque finalmente sus tierras no eran lo suficientemente fértiles y además se encontraban fuera de la frontera agrícola, es decir, se encontraban ubicados a unas enormes distancias con unas vías de comunicación que consistían en caminos de herradura intransitables.
El proceso antiguo consistía en ir a ocupar las tierras de los indígenas. Ahora, los indígenas vienen a copar la ciudad. En ambos casos el exterminio es evidente.
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