El Liberalismo quiere reformarse y reformar
Desde entonces el Partido ha gobernado, sufrido la oposición, guerreado, casi desaparecido y vuelto a surgir para seguir luchando por causas nobles, éticas, democráticas y populares.
El siglo XIX transcurrió entre guerras y miserias sin que los partidos políticos en contienda hubieran podido realizar los objetivos de gobierno por los cuales se destrozaron sin consideración. En la centuria siguiente el liberalismo impulsó audaces reformas económicas y sociales, modernizó el Estatuto Constitucional y colocó a la gente como objetivo prioritario de la acción política. Las graves ojerizas partidistas y la gran guerra de los años cincuenta fueron una catástrofe que frustró los propósitos de igualdad y desarrollo.
Para tratar de acabar la carnicería se acordaron reglas que contentaron a los contendientes pero generaron exclusión y letargo político. Ya no se necesitaba pelear para gobernar; tampoco emular, controlar, tener programas ni buscar apoyo ciudadano para impulsar propósitos ni realizaciones. Todo estaba a la mano del bipartidismo: Gobierno, Congreso, Justicia. Los que pensaban diferente no tuvieron cupo en el nuevo orden, ni la gente que siguió sufriendo el desamparo y la discriminación.
Surgieron nuevas guerras y la violencia continuó su obra de destrucción. El nuevo protagonismo fue de las guerrillas, el narcotráfico y el paramilitarismo, con sus secuelas de corrupción y miseria. En ello llevamos 50 años.
Estamos a punto de comenzar una nueva etapa en la vida nacional. Si se acaban las guerrillas será dable terminar los demás focos de violencia, corrupción y equivocado aprovechamiento de la riqueza. Podrán venir la convivencia y la equidad, con mejor democracia y sanos equilibrios sociales.
El Partido Liberal sabe que es un momento crucial en la vida de los colombianos. No se le escapa que su deber es participar con sinceridad y sacrificio a la consolidación de la convivencia y desde la política quiere aportar a este nuevo mundo de cosas que están por llegar. Por eso es fervoroso partidario de que se logren sanos y apropiados acuerdos entre el gobierno del Presidente Santos y las guerrillas de Farc y Eln. Es el comienzo apropiado. Inmediatamente deben venir las reformas sociales, económicas y políticas.
El Partido Liberal se acaba de reunir en intensas jornadas de reflexión para examinar su papel en este momento dramático y formidable. No será inferior a sus responsabilidades. El Manifiesto de Girardot que acaba de expedirse es una expresión de voluntad política seria, auténtica en sus compromisos, actual, para servirle a la paz, a la democracia, a la justicia social y a todos los colombianos.
El Partido Liberal se ha puesto de nuevo en marcha y estará a la vanguardia de un cambio moderno y justiciero.