De sensatez
Es claro, ahora, que las FARC deben ser específicas en su propósito de alcanzar la paz y, por lo tanto, hacer manifestaciones, igualmente diáfanas, sobre su compromiso, ya que no se explica el por qué, en tanto se habla de paz, se tengan expresiones de guerra y en algunos casos de salvajismo frente a los ciudadanos del común, continúen secuestrando, se ataquen pueblos y se mantengan en el negocio de las drogas. DE allí que Zuluaga, en la campaña presidencial, fuera reiterativo en darle una pausa al proceso de Cuba, en tanto las FARC daban claras muestras del compromiso que las llevó a establecer diálogos con el Gobierno.
Ahora, cuando algunos hechos como el secuestro de un General de la República, suenan como un campanazo de alerta para el Señor Presidente, en lo tocante a las verdaderas intenciones de este grupo, se resuelve suspender los diálogos. La verdad es que todos esperamos que los diálogos continúen, pero, desde luego, sobre la base del interés verdadero de las partes de llegar a un acuerdo que nos permita superar esta etapa de violencia, violencia nacida solamente de la ideología, como quiera que, todo lo habido en el pasado inmediato, ha sido motivado por el deseo de unos de establecer un sistema socialista, o comunista si se quiere, en tanto otros mantienen un sistema democrático, imperfecto seguramente, pero en el marco de libertades.
El que se diga que hay diferencias sociales, económicas, de oportunidades y cuanta cosa se manifieste para justificar la guerra, carece de un sustento cierto e inobjetable, ya que en nuestro medio hay países con similares problemas a los que padecemos en Colombia, y en tales territorios la paz es posible. Desde luego que no justifico el que no tengamos avances en favor de tener una sociedad más armónica, no digo igualitaria como quiera que ello suena solo a discurso demagógico, pero si armónica en el campo de las oportunidades y en la inclusión social en los órdenes básicos del desarrollo, como son la salud y la educación. No digo que el reparto de la tierra sea fundamental para que haya igualdad, ya que de la competencia en educación y en salud los hombres obtienen para sí lo que les permita progresar y tener un nivel de vida adecuado. De nada sirve a un campesino poseer tierra si no sabe cómo trabajarla, si carece de salud, si sus hijos no pueden optar por horizontes diferentes a la tierra misma, si por su ignorancia se ve sometido a la tiranía de los especuladores y de los mercaderes.
Ahora, en esta pausa en el Proceso de Paz, será bueno actuar con sensatez y darle dimensión a lo que cada parte puede alcanzar y ofrecer, ya que no se trata sólo de dar o de recibir. No me cabe duda de que paralelamente debemos examinar, todos, lo que como medio de inclusión a quienes han estado alzados en armas tenemos que ofrecer. Examinar lo que en días se propuso sobre el alcance de los delitos políticos. Establecer límites, a la par que penas a determinadas actuaciones que llegaron a ser crímenes de guerra por sus características especiales de crueldad. Dimensionar aquellos actos que puedan categorizarse como crímenes de lesa humanidad.
En fin, buscar el equilibrio que una “negociación” amerita, para que, quienes tengan que enfrentar la justicia dadas sus responsabilidades, tengan oportunidades de resarcir sus faltas y reintegrase plenamente a la vida ciudadana en paz.
La pausa servirá, entonces, como medio para la reflexión de todos, Gobierno y ciudadanos; partidarios o no de lo que hasta hoy se ha hecho, para fundamentar sólidamente este Proceso y caminar decididamente hacia el objetivo que debe tener este esfuerzo, cual es la construcción de un país sin vencedores ni vencidos; un país en el que no nos hiramos con la palabra, un país en el que pensar de manera diferente no dé lugar a estigmas. En fin, un país que nos acoja a todos por igual.
Manizales, noviembre 18 de 2014.