Partido de tontos o de tantos…
Pekerman tocó la maquinaria que clasificó y jugó el mundial con acierto, para darle cabida a un aire fresco, joven y alentador. Ese era el propósito, sin discutir la calidad del rival, de por si endeble. Se jugó con seriedad, destacándose el aporte goleador de Falcao y su incidencia general en el partido, la evolución futbolística de Bacca con sus dianas y Arias con su resolución ofensiva.
Colombia jugo sin prisas y con frescura. El gol llego cuando lo busco, sin darle intensidad al compromiso como es usual en los partidos oficiales.
Se trataba de explorar alternativas y se vieron en nombres, posiciones y hasta funciones (se juego con un solitario volante de marca, Mejía) aunque quedó la sensación de que Chara anduvo perdido y en ubicación equivocada.
Las dosis de futbol vistas no fueron abrumadoras, llegaron esporádicas, pero fueron suficientes para el triunfo que mantiene la contundencia de los resultados. El sentido común, por lo apreciado, dice que para Pekerman no hay hoy jugadores excluidos y que a medida que avance el proceso, llegaran otras posibilidades.
Sin duda cuando Colombia juegue con rivales de mayor lustre, históricos y reconocidos, la preferencia será la nómina básica, porque el prestigio se defiende a cualquier precio y con las mejores armas.
Brasil 2014 está en el recuerdo, grato recuerdo además. El objetivo se enfoca ahora en Rusia 2018 con las paradas en la copa América y en la eliminatoria, que llevan a la Colombia futbolera a delirante fiesta.
Nunca este partido, el de Salvador, por lo visto, podrá calificarse como un duelo de tontos, porque las innovaciones en la nómina, sin alterar capacidad e identidad, ya plantean tendencias de cambio.