Mambrú se fue a la guerra
A mí me quedó sonando el original planteamiento. Y le doy toda la razón a María Elvira. La hiperactividad de Vargas, lo lleva a estar en todas partes, entendiendo por todas partes, aquella geografía donde pueda mostrarse inaugurando obras, presidiendo firmas de contratos para vías, revisar proyectos de infraestructura, resolver problemas que frenan las obras, entregar viviendas, inaugurar acueductos, según el inicial inventario de funciones que el gobierno le ha encomendado o el mismo se ha arrogado. Va acompañado usualmente con alcaldes y gobernadores, con los ministros de Vivienda y Transporte, con curitas que bendicen las primeras piedras y las que le sacan los contratistas incumplidos y con el director de Invías. No se mete con el Presidente titular como su antecesor, el devoto Angelino Garzón , si no que va al grano, a aquello que sin lugar a dudas lo pondrá en primera línea en el partidor para las candidaturas presidenciales. En solo dos meses, ha mojado prensa por todos los lados. Y me atrevo a pensar que en los sitios más alejados de Bogotá, los campesinos y los ciudadanos de a pie, cren que a quien eligieron fue a Vargas Lleras y que Juan Manuel Santos se desapareció de la escena, como desaparecen los tigres en los espectáculos de magia. Y mentiras. Juan Pablo, digo, Juan Manuel Santos, se dedica a echar discursos en eventos internacionales, a lucir a su bonita señora en comidas y cocteles ofrecidos por los cacaos como Luis Carlos Sarmiento Angulo, a anunciar el cierre de los oleoductos de la mermelada y a exigir ahorros en papelería, lapiceros y papel higiénico en las oficinas del gobierno para poder financiar programas populistas, a cuidar como a la niña de sus ojos, el proceso de paz de La Habana y a hacerse los estrictos chequeos médicos que le eviten vergüenzas fisiológicas en público. Ustedes saben a que me refiero. Pero eso está muy bien. Lo de que tengamos dos presidentes en ejercicio que es una iniciativa que podemos elevar a norma constitucional. Son tantos los problemas del país que apenas con una dupleta en ejercicio medio podríamos solucionarlos.
¿Qué tal un encuentro de golf entre Santos y Londoño?
Algunos boludos me han contado que mientras Vargas Lleras luce casco de obrero, han visto a Santos con gorra de golfista en los campos del Country. Chisgarabices. Con los trancones de Petro, del Palacio de Nariño al Club hay por lo menos tres horas. En transmilenio, dos. Pero me imagino lo feo que se debe ver a un Santos, trátese de Juan Manuel o de Pachito, colgado de un tubo de los buses articulados. Y con las bolsas de golf, que pesan el doble de lo que pesaba Angelino Garzón antes de que por sus dolencias físicas y cerebrales le prohibieran la pelanga y la longaniza. Claro que los implementos golfísticos los puede llevar el otro Garzón, Luis Eduardo, el actual Ministro de Trabajo, quien siempre recalca que le cargaba las maderas y los hierros a López Michelsen en el Country para poder terminar sus estudios de bachillerato. Pero como Alfonso López hijo, era tan avaro, el simpático de Luis Eduardo solo pudo llegar hasta el cuarto año de secundaria, suficiente para acreditar los requisitos exigidos para ocupar cualquier cartera ministerial en el gobierno colombiano. En el Club, ala, todavía no tenemos helipuerto. Que sería estupendo, para que los niños Santos Rodríguez pudieran asistir a clases de natación y nuestro Presidente titular llegar a tiempo a sus compromisos golfísticos. Y se me acaba de ocurrir una excelente idea: como Fernando Londoño Hoyos también es golfista, y de los buenos, Invercolsa y los esmeralderos sucesores de Carranza debieran patrocinar un encuentro entre los dos. Y que el que gane, como trofeo, que se quede siquiera por unos veinte años con esta finca llena de mafiosos, guerrilleros, bacrimes , mineros ilegales, magistrados, congresistas y toda clase de malandrines. Buenos días y hasta pronto.