18 de febrero de 2025

Lo bueno y lo malo

26 de octubre de 2014

hernando arangoDe una parte, el Presidente Santos ha venido pregonando que todo aquél que no piensa como él, es, en definitiva, un enemigo de la paz y, por consiguiente, es amigo de la guerra. En este punto cabe, desde luego, una clara observación al Jefe de Estado para ratificarle que no es posible que los 47 millones de colombianos seamos unánimes en pensamiento en lo tocante a los medios y soluciones que se están dando para alcanzar la paz. También hay que insistirle al Presidente que ningún colombiano desecha la propuesta de vivir en paz.

A algunos colombianos  no nos parece que el tratamiento y consideraciones que se les vienen dando a las FARC sea el adecuado, no cabe duda. Personalmente pienso que ante todo hay que definir a las FARC y sus actividades para saber con quién y qué se viene negociando. De ellas necesitamos saber en qué calidad se han sentado a la mesa de negociaciones. Sí; porque las cosas son distintas cuando nos sentamos a discutir con quienes tienen un objetivo político, objetivo en el que se han visto impedidos a participar, ya que, si estamos en una democracia, tienen derecho a participar en igualdad de condiciones con los demás ciudadanos, grupos políticos o comunidades. Este es un caso. Otro asunto será el que tendrán si desde sus posiciones armadas han dedicado su quehacer a amenazar ciudadanos, a obligarlos a realizar las tareas que esa organización se les ordena; si obligan a aportar y contribuir económicamente e inclusive a  vincular de sus hijos a su guerra, y que, valiéndose de la fuerza de las armas, acaban desplazando a las gentes que están en desacuerdo con sus mandatos o que se nieguen a colaborar.  Otra óptica posible sobre quienes ahora llegan a esa mesa de diálogo, es si éstos se dedican a sembrar el terror entre los habitantes de sus zonas de influencia mediante minas antipersona, bombas puestas en motocicletas, automóviles, caminos, plazas públicas, sólo con el fin de matar, indiscriminadamente y sin objetivo definido en las personas, pero para mantener bajo el terror un negocio sucio como es el narcotráfico.

Bajo cuál de éstas posibilidades se habla con las FARC?   No lo sé, pero si me interesaría saberlo, ya que entre unos y otros hay grandes diferencias y por supuesto tratos diferentes, las que, sin lugar a dudas, obligaría al gobierno a invitar a otros grupos que, haciendo lo mismo, tienen sus propias comandancias distintas a las de este grupo. ¿Podremos llamar a otros que desde el punto de vista político se sientan marginados? ¿Podremos llamar a otros que tienen por oficio sembrar el terror y con él conseguir un objetivo dado? ¿Podremos llamar a los narcotraficantes que pululan en ciertas regiones? Bueno, eso marca diferencias y de allí mi interés en conocer la razón bajo la cual conversan ahora con el Gobierno de Santos.

Decía que a lo bueno hay que ponerle una pizca de malo, y viceversa, a lo malo hay que ponerle su mucho de bueno. Esto, sólo para significar que, si el Presidente estima que lo suyo es muy, muy bueno, nada pierde con oír a quienes dicen que no todo lo que desde ese lado se viene diciendo y haciendo es bueno. Y, del otro lado, hay que decirles a quienes sólo encuentran cosas malas, que en la otra orilla hay cosas buenas. De esa simbiosis de la malo con lo bueno, de lo bueno con lo malo, paulatinamente los colombianos nos iremos enterando e iremos profundizando sobre  los llamados acuerdos por la paz; paz que todos queremos, sin lugar a dudas, pero paz que no nos pueden poner en consideración el día antes de un referéndum que habría que votar, en un sentido u otro, sin conocer de su contenido, y solamente porque es paz.

¿Que las FARC y el ELN en sus cuadros inferiores no paguen cárcel? Vaya y venga. ¿Que los jefes de uno y otro movimiento paguen penas alternativas? Que allá se decida. ¿Que tengan una determinada y moderada representación de carácter transitorio y preferencial en Senado y Cámara? Puede ser y bajo condiciones no agraviantes. ¿Qué no habrá extradición para los jefes? No hay problema. ¿Que van a manejar a su arbitrio y como territorios independientes, bajo la figura de Comunidades Campesinas, algunas regiones del país? No! ¿Qué serán ellos los que controlarán las zonas de siembra de drogas y su erradicación? No! Esa es labor del estado. En fin, hay tela de donde cortar, a la que hay que agregarle, a la que hay que quitarle.

Finalmente,: Para empezar, aclaremos el estatus de estos “dialogantes” que buscan la paz haciendo más guerra.

Manizales, octubre 26 de 2014.