17 de febrero de 2025

Calle del Cartucho en Armenia

21 de septiembre de 2014
21 de septiembre de 2014

A pesar de la intervención de las autoridades, la ciudad tiene casi olvidadas varias calles entre las carreras 20 y 21, zona céntrica, por cuenta de indigentes y habitantes de la calle en general. Un área parecida a la famosa calle del Cartucho en Bogotá, donde el expendio y consumo de drogas tienen allí una zona franca, sin restricciones, de total libertad, sin presiones ni represiones de autoridad alguna. Este desorden urbano se formó a partir del terremoto de 1999, y no ha habido poder humano que termine con este conflicto social, que amenaza extenderse a la carrera 18 entre calles 15 y 16, sector del Centro Administrativo Municipal y el parque de la Quindianidad.

Algunas brigadas de salud y ayuda a los habitantes de la zona son apenas un mínimo paliativo que rápidamente desaparece, por lo distante y disperso. Algunas almas caritativas pasan por el lugar para repartir un chocolate con un pan, otro lenitivo que cada vez es menos eficaz frente al gravísimo problema.

Recorrer estas calles después de las seis de la tarde es como meterse a un paraje de guerra, de abandono, de suciedad, de criaturas extravagantes, consumidas por el hambre y las drogas, sin moral, sin Dios ni ley.

Los más perjudicados con la presencia de indigentes en estas calles son los comerciantes, que han denunciado el abandono en que los tienen la Policía y la alcaldía. Los habitantes de calle no solo consumen y venden alucinógenos, sino que estas veredas se convirtieron en nido de ladrones,  que revenden allí todo aquello que consiguen delictivamente en otros lugares de la ciudad. Y para colmos, estas calles son sanitarios públicos. Muchos comerciantes cuando llegan a abrir las puertas de sus locales hallan allí las puercadas de estas personas. Otras veces son testigos de espectáculos como la desnudez de hombres y mujeres, incluso de relaciones sexuales entre estos a plena luz del día y en medio de la vía pública. Y no hay solución a la vista. Cada día el problema empeora.

Estas manzanas de las carreras 20 y 21 entre calles 15 a 17 deben ser objeto de una gran intervención estatal, que incluya un plan parcial de renovación urbana, que le ofrezca un cambio absoluto al lugar. Y, al tiempo, una acción social realizada en conjunto por diversas organizaciones, públicas y privadas de la ciudad.

Hace poco se creó una red de trabajo de habitantes de la calle, donde aparecen diversos hogares de paso, fundaciones, la alcaldía y la Pastoral Social de la Diócesis de Armenia. Esta red  debería de encargarse de los asuntos de los habitantes de la calle en la zona mencionada, en aras de encontrar una solución adecuada.

Erradamente creemos que estas personas indigentes vinieron a la ciudad de otras partes del país. Un estudio hecho por organizaciones que hacen parte de la red en mención, sintetiza que el 90% de los habitantes de la calle de Armenia son del Quindío. Los representantes de las organizaciones que conforman la red manifiestan, igualmente, que es posible prevenir que una persona sea expulsada a la calle, pues esto tiene que ver con las relaciones que mantenga en su familia. “Si la red de relaciones familiares está rota y en cambio la de amigos está fortalecida, es lógica la presencia de la gente en la calle”, afirman. Y si además del rompimiento con la familia, la persona está expuesta al sufrimiento, el dolor, la pobreza y otros factores, pues encuentran mejor hogar en la calle.

El trabajo debe ser entre todos. La existencia de la red es una fortaleza, pues a partir de ella se puede trabajar el tema, desde la prevención y la ayuda psicológica y social. Pero es necesaria también la represión, porque mientras se sigan comercializando drogas con toda libertad, a ojos vistos de la Policía, no hay forma de remediar el asunto, no tanto por el consumo mismo, como por la comercialización ilegal, que trae consecuencias peores.
Algo hay que hacer, pero la ciudad no puede soportar ni aguantar más el crecimiento de una enorme calle del Cartucho en el centro de la urbe. Eso, sencillamente es inconcebible. Crónica del Quindío.