Además de las carreteras, nos urge mayor compromiso con la educación del Caribe
De la mano del hecho probable de firmar un acuerdo de paz con la subversión y del incremento de la inversión educativa con base en los recursos que dejan de ir a la guerra, así como la destinación de casi 10 billones de pesos a la lucha contra la pobreza, tendremos un nuevo Plan de Desarrollo con alto énfasis en el sector social. Es decir, en la población más necesitada.
Obviamente, no podremos descuidar el desarrollo de la infraestructura, el mejoramiento de condiciones para la competitividad, la extensión de garantías para la productividad y la generación de empleo, el aprovechamiento de los tratados de libre comercio, especialmente el de Estados Unidos si este país recupera su economía como está previsto y la diversificación de la plataforma exportadora ante el descenso del boom minero – energético.
Lo primero es fundamental para lograr mejores indicadores de bienestar social y lo segundo es necesario para sostener e impulsar un mayor crecimiento de la economía nacional.
Además de lo que constitucional y legalmente tendremos que proveer por la vía del Presupuesto General de la Nación, el Sistema General de Participaciones y el Sistema General de Regalías, la principal brújula del país para concretar el nuevo sueño colombiano, estará dada por el Plan Nacional de Desarrollo 2014 – 2018, cuya concertación está próxima a iniciar.
Con la creación de la Comisión Accidental de la Costa Caribe en el Senado de la República, hemos querido dar un paso importante dentro del objetivo de llegar preparados a la discusión del plan con base en una reelaboración del diagnóstico regional y la consolidación del Banco de Proyectos que de verdad es urgente para erradicar nuestra condición de rezago.
Con base en apoyos como el de las gobernaciones, las alcaldías de las ciudades capitales, la Escuela Superior de Administración Pública, Esap, el sector universitario, el Observatorio Regional del Caribe, Fundesarrollo, y la socialización del proceso que esperamos por parte de los medios de comunicación, creemos que en estos dos próximos meses podremos estructurar un gran documento que nos diga cuáles son las reales aspiraciones costeñas y su respectiva sustentación socioeconómica para promover y ejecutar el desarrollo que queremos.
Será importante lo que podamos vislumbrar para fortalecer la descentralización administrativa, asignar más recursos presupuestales y de otras fuentes de financiamiento, profundizar el criterio de las alianzas territoriales que plantea la actual ley de ordenamiento y asegurar el rumbo de la autonomía Caribe, entre otros aspectos.
Pero si bien todas estas aristas son tan vitales como el compromiso que ha expresado el Presidente Juan Manuel Santos respecto de la eliminación de los desequilibrios entre el centro y las regiones, en la Costa Caribe debemos maximizar la prioridad que hoy le damos al sector educativo. Si seguimos como estamos en educación, todo lo demás será un esfuerzo perdido porque una de nuestras mayores debilidades está en un capital humano cuya formación no responde a las exigencias del presente ni del futuro.
Estamos precarios en cobertura, eficiencia y calidad. Si en el 2003 la Región Caribe colombiana contaba con 2.997.592 niños y jóvenes en edad escolar representando cerca del 23,03% de la Población en Edad Escolar (PEE) del país, 11 años más tarde esta franja se ha aumentado con rigor en los departamentos de Atlántico y Bolívar. Se dice que cada año se demandan 50 mil nuevos cupos al sistema educativo regional.
En la última década hemos hablado en la Costa Caribe de erradicación del analfabetismo, fortalecimiento de la cualificación docente, desarrollo del multilingüismo, aumento de cobertura de la primera infancia, la infraestructura educativa, la articulación en todos los niveles educativos, el uso pedagógico de las tic, el mejoramiento de la pertinencia con énfasis en valores, arte y cultura, productividad, medio ambiente, deporte y construcción de ciudadanía democrática; desarrollo de la educación rural, fortalecimiento institucional, fortalecimiento de la ciencia y la tecnología y la Construcción de nuevos indicadores para la asignación de recursos, pero creo que el resultado es mucho menor a lo esperado y seguimos mal.
Eso es lo que me lleva a sugerir un estado de emergencia regional en materia educativa, sobre el cual debemos actuar con prontitud desde la Bancada Caribe para que nos pellizquemos todos respecto de lo que tenemos que hacer a corto, mediano y largo plazos para superar esa situación.