Y ahora, ¿quién podrá defendernos?
LOS INDIGNADOS
Protestan los marginados por el trato discriminatorio que vienen sufriendo ante los ruegos de las viudas de nuestros militares y policías exigiendo que el general Mendieta sea la voz que los represente en La Habana, o que el diputado Sigifredo Lopez lleve la vocería de sus sacrificados compañeros de cautiverio –vilmente asesinados por el narcoterrorismo– como tampoco aceptan que la mamá de Emanuel, la solitaria Clara Rojas, hoy Senadora por el partido Liberal, enarbole la bandera de las viudas y de los niños que nacen y mueren en medio del conflicto.
EN VOZ ALTA
Manifiestan los indignados que mientras el Presidente Santos –alejado de la realidad– reinaugura el bogotano Teatro Colon; se va de fiesta a presidir un desfile de modas en Medellin y en la misma semana acude con su estrecho círculo de amigos de Azúcar Manuelita a una conmemoración social en donde para satisfacción de los terratenientes anuncia el nombramiento de Aurelio Iragorri Valencia como ministro del Agro, en medio del estallido de bombas y derrames de petróleo, como nos lo recuerda Felipe Zuleta en El Espectador dominical, hablando en voz alta, a la manera de Carlos Lleras, refiriéndose a este descuadernado Pais, para terminar brindándole la más calida recepción al sátrapa Nicolás Maduro, en la Casa de “Huespedes ilustres», en la sitiada Cartagena de Indias a quien oficia como anfitrión permanente de los carceleros de Colombia, alias “Timochenko” y sus secuaces.
OTRAS REACCIONES
A continuación, LA BARCA recoge para sus lectores toda la catarata de reacciones que se vienen dando a raíz de los últimos acontecimientos que desangran nuestra patria:
DERECHO DE LAS VICTIMAS
ES un derecho de la víctima denunciar y acusar a sus victimarios, si esa es su voluntad. Ningún ciudadano debe dictarle a otro lo que debe hacer con el pasado que le tocó vivir. Esa es una decisión individual que la sociedad debe respetar
Por Pedro Corzo – Periodismo Sin Fronteras – Agosto 4 de 2014
La memoria histórica es un concepto de relativa actualidad y por cierto, muy debatido, porque sin dudas los que se esfuerzan en su investigación, están influenciados por experiencias en las que están presentes actos de violencia política, represión gubernamental, persecuciones y otros acontecimientos contrarios a los de una sociedad democrática y en paz.
La Memoria Histórica es individual y colectiva. Es esa parte de la historia que ejerce una influencia directa y que algunos pueden recordar porque la vivieron o conocieron sus actores.
El rescate de esa Memoria es el esfuerzo por conservar una visión de conjunto de lo experimentado por la comunidad, un análisis de lo acaecido, sus motivaciones y consecuencias.
Los testimonios de los actores y/o testigos, son la base de la memoria histórica, una fuente invaluable de conocimientos que aproxima al investigador a los acontecimientos.
Por supuesto, que conocer el pasado no es un antídoto contra los errores ni bálsamo para la necesaria tolerancia entre las partes que participaron en un conflicto, pero la ignorancia es una condición que favorece una conducta irreflexiva que arrastra al abuso y en consecuencia nuevas víctimas y victimarios.
La acción devastadora de una dictadura, particularmente las ideológicas, penetra los puntos más recónditos de la sociedad y del ser humano, por eso es tan abarcadora la memoria que genera.
Policías incinerados vivos por las FARC, en Colombia
Las acciones por remotas que hayan sido, y sus consecuencias, inciden constantemente en el quehacer de todos los días, porque al igual que los factores genéticos que en cierta medida determinan el estado de salud de los ejemplares de la especie, los actos del pasado ejercen una influencia definida sobre la sociedad.
El rescate de la Historia no debe tener como objetivo la venganza, sino el conocimiento que impida incurrir en la comisión de los excesos en los que otros cometieron. Debe tener como objetivo una especie de ejemplo-advertencia de lo que puede suceder cuando el hombre pierde la capacidad de respetar la dignidad de otro ser humano.
El conocimiento de la historia es un justo y conveniente instrumento que debe formar parte del arsenal intelectual que posee el individuo, y factor vital en la gestión de los que se dediquen a la cosa pública.
Para lograr esto, la Memoria Histórica es el instrumento adecuado porque las personas que han sido sometidas a un régimen de fuerza, en el que la conciencia individual y colectiva han sido manipuladas y usada para estructurar una verdad oficial, necesitan conocer la realidad de todos y no de una de las partes.
Hay que evitar que la amnesia impuesta se convierta en voluntaria. Se debe recobrar la memoria. No una evocación adulterada. Si se decide enfrentar el pasado debe ser con el compromiso de respirarlo todo, airear lo que conviene y lo que perjudica.
Los abusos, los crímenes, deben ser aclarados porque el mejor mensaje para el presente y el futuro, es que ningún ciudadano está al margen de la justicia, que no hay impunidad.
Después de aceptar las responsabilidades se está en capacidad para enfrentar asuntos vitales como la reconciliación y el perdón, pero ningún argumento debe ser usado para someter al silencio al que no quiera callar.
Es un derecho de la víctima denunciar y acusar a sus victimarios, si esa es su voluntad. Ningún ciudadano debe dictarle a otro lo que debe hacer con el pasado que le tocó vivir. Esa es una decisión individual que la sociedad debe respetar. Hay un derecho inalienable a la memoria personal y familiar que todos debemos honrar.
Un hombre cegado por la explosión de una mina antipersona colocada por las FARC carga el cadáver de su hijito destrozado por la mina
No debe haber espacio para lo que se denomina políticamente correcto, sino para lo que es justo. Hay un vínculo indisoluble entre el pasado y el presente y por eso el futuro a construirse debe sustentarse sobre la voluntad del ciudadano y no por la decisión de grupos poderosos o corrientes oportunistas.
Siempre habrá personas e instituciones que pongan reparos a la memoria histórica planteando que lo importante es mirar al futuro y no hacia atrás, porque hurgar el pasado abre heridas y puede motivar exigencias legales y hasta personales, lo que es cierto, pero es un riesgo que vale la pena correr si se quiere evitar cometer los errores que se quieren sepultar.
Hay quienes opinan que sacrificar aspiraciones de justicia en beneficio de la convivencia de todos, es lo más prudente, pero el silencio es potestativo de la víctima y nadie debe abrogarse el derecho de imponer silencio a los que padecieron los abusos de los déspotas.
EN HOMENAJE A ISA Y YURANI
Que Santrich abandone su risa socarrona y su burlón “quizás, quizás, quizás”, y aunque no pueda verla, le dé la cara a Elmelinda y le explique por qué tenía que morir su hija Yurani, de apenas dos años
Por José Félix Lafaurie Rivera – Periodismo Sin Fronteras – Agosto 2 de 2014
Postulo a Rónal Ruiz y Elmelinda Muse para ser las primeras víctimas que viajen a La Habana. De su representatividad nadie podrá dudar, porque sus hijas, dos niñas indefensas, en la última semana fueron carne de cañón de la absurda sevicia de quienes dicen estar negociando la paz.
Que Santrich abandone su risa socarrona y su burlón “quizás, quizás, quizás”, y aunque no pueda verla, le dé la cara a Elmelinda y le explique por qué tenía que morir su hija Yurani, de apenas dos años, cuando un tatuco cayó sobre su vivienda indígena en Miranda, Cauca.
Que Márquez se despoje de su cinismo y convenza a Rónal de que Isabela, su hijita de tres años, tenía que morir por el solo hecho de que él es patrullero de la Policía; que le explique por qué esa muerte, con una granada de fragmentación lanzada a un CAI en Arauca, no es responsabilidad de las Farc, como pregona con arrogancia, sino de políticos y terratenientes, de la prensa y la iglesia, del presidente de la República y hasta del gobierno de Estados Unidos.
Y postulo al general Mendieta, por supuesto, aunque el Centro de Pensamiento de la Universidad Nacional -¿en qué pensará?-, comulgue con las Farc en que los soldados y policías no son secuestrados sino “retenidos”, en una clara referencia a que se trata de “prisioneros de guerra”, para así excluir al general, al intendente Pinchao y a miles de héroes secuestrados y asesinados.
Si ese es el criterio de quienes seleccionan a las víctimas, ¿qué podemos esperar? Mientras en los foros -falta el show nacional de Cali- se ha tratado de esconder a las víctimas de las Farc y resaltar las de paramilitares y agentes del Estado; mientras las Farc exigen incluir a Cano como víctima y juzgar al presidente como victimario, la Universidad excluye a los militares, policías y a sus familiares. Razón tiene el general (r) Rey para solicitar a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que requiera al Estado colombiano para que informe si los miembros de la Fuerza Pública serán considerados víctimas o tratados como “iguales a las Farc”.
Féretro de la bebé Yurani, asesinada por el grupo terrorista de las FARC
En nada ayuda la declaración presidencial de que: “Estamos en guerra, pero la guerra es entre combatientes, entre los soldados y policías de nuestras Fuerzas Militares…”. Error. El Estado colombiano, que yo sepa, no está en guerra contra nadie, ni los terroristas que asesinaron a Isa y a Yurani pueden considerarse “combatientes” de causa alguna. Nuestros soldados no “combaten” a una fuerza con derecho a imponer su modelo de sociedad y Estado, porque, sencillamente, el Estado colombiano es legítimo. Si no lo fuera, si la violencia de las Farc hiciera parte de una guerra legítima, el general Mendieta habría sido, efectivamente, un “prisionero”; y el general Méndez y el subintendente Muñoz, asesinados, a golpes el primero y degollado el segundo, no serían víctimas sino caídos en combate de esa guerra -¿cuál guerra?- contra las Farc.
No. La Fuerza Pública está defendiendo a la sociedad de unos narcoterroristas que, ahora mismo, la extorsionan con víctimas fatales todos los días -Yuris e Isabelas- y con actos terroristas contra la población, para imponer sus ideas en la mesa, culpar al mundo de su barbarie y lograr impunidad y poder. Y lo peor es que insisten en llamar a eso “proceso de paz”.
Nota Bene. Del patrullero Ruíz, un bogotano que lo perdió todo en Arauca y no sabe si puede perdonar: “Arauca es otra Colombia, un territorio sitiado por la guerrilla y olvidado. Todos lo saben y no hacen nada…”.