21 de marzo de 2025

Visionar, abdicar, balotaje, locación

12 de junio de 2014

Hasta la edición de 1998 del diccionario de la Academia de la Lengua sólo estaban asentados en él los términos ‘visión’ y ‘visionario’. Este último, cuyo origen es una de las acepciones del primero (“especie de la fantasía o imaginación, que no tiene realidad y se toma como verdadera”), significa esto únicamente: “Dícese del que, por su fantasía exaltada, se figura y cree con facilidad cosas quiméricas”. En la edición anotada aparece el verbo ‘visionar’ con la siguiente acepción: “Creer que son reales cosas inventadas”, frutos de la imaginación. Según estas nociones, el redactor de Efe usó el nuevo verbo erradamente en la siguiente información: “…el gobernador del estado de Borno, donde ocurrió el rapto (…), ordenó que los padres visionaran las imágenes para verificar su identidad” (LA PATRIA, Mundo, 14/5/2014). Obviamente, los verbos adecuados en ese contexto son ‘ver, observar’, porque tanto la infamia a que se refiere el periodista como las fotografías de las víctimas son tan reales como desgarradoras. Nota: ‘Visionar’ tiene este otro significado: “Ver imágenes cinematográficas o televisivas, especialmente desde un punto de vista técnico o crítico”. ¿No son más lógicos ‘observar’ y ‘revisar’? ***

 

El verbo ‘abdicar’ es transitivo, razón por la cual no rige preposición alguna para su complemento directo en ninguna oración. El titulador de Eje XXI y el redactor de las noticias de RCN hicieron caso omiso de la norma en las siguientes frases, respectivamente: “Abdicó del trono el Rey Juan Carlos de España” (2/6/2014); “Abdica a la corona” (Noticiero de las 7 p.m., 2/6/2014). “Abdicó el trono”, “abdica la corona” son las construcciones gramaticales castizas. Puede también usarse en forma absoluta, es decir, sin complemento directo, porque, en realidad, no es necesario, de este modo: “El rey Juan Carlos I abdicó”, ya que en la definición del término está la idea que se quiere expresar: “Dicho de un rey o de un príncipe: Ceder su soberanía o renunciar a ella”. Admite sí, por supuesto, otros complementos, por ejemplo, “el rey abdicó en su hijo”, es decir, le entregó su título, sus obligaciones y sus derechos como monarca. ‘Abdicar significa también “renunciar a derechos, ventajas, opiniones, etc., o cederlas”. Con esta acepción puede usarse como intransitivo, con la preposición ‘de’ únicamente, verbigracia, “el columnista abdicó de sus principios”, o “abdicó sus ´principios”. ***

Decir alguna cosa ‘sin ambages’ quiere decir ‘sin rodeos’, ‘sin circunloquios’. Esta palabra, que siempre se usa en plural, junto con ‘enálage’ e ‘hipálage’*, son las excepciones de la norma que pide escribir con ‘jota’ todas las palabras que en castellano terminan en ‘eje’ y ‘aje’.  De ‘garaje’, galicismo, alguna vez me enseñaron que podía escribirse también ‘garage’, como lo hacen en muchas partes de América. Debe evitarse, sin embargo, esa grafía, según el Diccionario Panhispánico de Dudas: “…no hay razón para que esta palabra quede excluida del proceso de adaptación seguido por las voces francesas terminadas en -age que se han incorporado al español, y que se han adaptado siempre  con la terminación –aje: brebaje, bagaje, menaje, etc.”. Y ‘balotaje’ (“En el sistema electoral, segunda vuelta que se realiza entre los dos candidatos más votados cuando nadie ha obtenido la mayoría requerida”), mal escrita por el congresista Hernán Penagos en esta frase: “La segunda vuelta o ‘balotage’, como se conoció en sus inicios…” (LA PATRIA, 1/6/2014). Esta palabra viene del francés ‘ballotage’ (“Resultado negativo en la primera vuelta de los escrutinios de una elección”). El término ‘triaje’, que en hospitales y clínicas se encuentra escrito con ‘ge’, y que aún no está bendecido por la Academia de la Lengua, es un galicismo, pues proviene del francés ‘triage’–acción y efecto del verbo ‘trier’ (“separar, escoger entre varios”)– y significa ‘selección, escogencia, clasificación’. Si nuestro idioma tiene las palabras que expresan lo mismo, y que todos los pacientes entienden, ¿para qué estos extranjerismos? * ‘Enálage’ es  una “figura que consiste en mudar las partes de la oración o sus accidentes”, por ejemplo, usar un adjetivo como adverbio; ‘hipálage’ es una figura retórica que consiste en aplicar a un sustantivo un adjetivo que corresponde a otro de la frase”, verbigracia, “la pista para los autos de Fórmula I es muy veloz”. ***

Los diccionarios especializados traducen el término inglés ‘location’ por ‘localización, situación, sitio, posición, ubicación, exteriores’ (para filmaciones). Ninguno le da la versión de ‘locación’, acertadamente, porque en castellano este término significa únicamente ‘arrendamiento’, en Derecho. De aquí, ‘locatario’ (‘arrendatario’). Hay quienes, sin embargo, muchos, echan mano empalagosamente de él para expresar los lugares al aire libre en donde se filman las escenas de una película o de una telenovela. Sólo con este significado lo había leído hasta hoy, primero de junio de 2014, cuando lo vi en Supimos que. Dice así su redactor: “Caldas sería locación del Minicromo”; “Aún no se sabe qué municipios utilizarán como locaciones” (LA PATRIA). ‘Lugar, sitio, espacio, paraje, medio, ubicación’ son los términos que, de acuerdo con el contexto, deben reemplazar al desubicado ‘locación’. ¿Cuál será el porqué de estos despistes? ¿Esnobismo? ¿Pereza de usar el diccionario? ¿Indiferencia? ¡Averígüelo Vargas! ***

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