“Vamos a reformar, lo que haya que reformar” Presidente Santos.
Porque conozco un poco de las andanzas, vida y milagros del ex presidente Uribe y de su pupilo Óscar Iván, y también sé, sin duda alguna, de las diferencias abismales que lo separan de ellos, de la cuna y sus primeros teteros, son de latitudes e idiosincrasia distinta, los compañeros de infancia, adolescencia y estudio son de estratos disimiles, las amistades de adulto son un arcano y algunas de poca aceptación, la formación académica es diferente, la vida social y política se ha desarrollado en medios distintos y opuestos y los principios morales y éticos son como lo es el día a la noche.
No creí los diversos cuentos chinos que se inventó el Centro Democrático para atacarlo, ni en las propuestas programáticas ni en la maniquea publicidad, por fortuna no estoy en ese redil de emasculados cerebrales ni rindo culto a la persona ni sufro de temores reverenciales, he procurado ser pragmático con independencia ideológica, crítico mordaz de los corruptos y de la impunidad, he librado en solitario, y con pruebas fehacientes y a la mano, batallas ante la Fiscalía por hechos de corrupción y paramilitarismo en parte del Magdalena Medio, quienes en actitud irresponsable e impune se han hecho los de la vista gorda favoreciendo a una clase política comprometida en estos ilícitos y, de paso, poniendo en peligro mi integridad física.
Su gobierno ha procurado ser aceptable, pero muy desconectado de la realidad, eso sí, siendo mejor que muchos que lo antecedieron. No es un secreto de que a Usted lo han asaltado en su buena fe y en casos concretos como en aquel que le ocultaron la verdad sobre la realidad del paro agrario y le hicieron creer que el “tal paro no existía”, o por los recursos que, ingenuamente, ordenó que se entregaran a los congresistas como “cupos indicativos” para obras en las regiones, y que algunos corrompidos, de manera descarada y cínica y valiéndose de artimañas delictivas, desviaron para engrosar su patrimonio personal y financiar la campaña en las pasadas elecciones parlamentarias. Se espera que los órganos de investigación y de control no sigan haciéndose los “giles”, y permitan así que este millonario peculado quede en la impunidad. Por lo menos, en lo que toca a Caldas, no ha llegado un solo peso para las cacareadas obras.
Los errores son propios de los seres humanos, y los gobernantes también incurren en ellos con frecuencia y con resultados nefastos causando grandes perjuicios y malestar en la sociedad, no siendo de poca monta el que cometió Usted con la postulación para Fiscal General ante la Corte Suprema de Justicia de Vivianne Morales y de Eduardo Montealegre, con la primera, debió barruntar la injerencia que podría llegar a tener el cónyuge de la señora Morales en la fiscalía, habida cuenta de su ‘brillante’ pasado; con el segundo, el caso es más lamentable, con gran parafernalia y con bombos y platillos y rodeado de las “ías”, Usted anunció el gran ‘robo’ a la salud y que a los responsables le caería todo el peso de la ley, y nada pasó, a los tres días postuló para el cargo al señor Montealegre, a sabiendas de que era el Abogado defensor de SaludCoop, la EPS más defraudadora del sector salud, y quien había recibido una millonaria suma por concepto de pago de honorarios, suma ésta que hacía parte del fraude cometido. Así de sencillo. También, facilitó con su silencio y pasividad la reelección del Procurador General, un violador de los Derechos de las personas o la designación errada de algunos de sus ministros.
No voy a criticar eso de la “mermelada”, ese clientelismo es de vieja data en diferentes gobiernos, sólo se ha limitado a cambio de nombre y nuevas modalidades de “raponeo”; desacertado y perjudicial su apoyo abierto y decisivo, por aquello de los cupos indicativos, a la campaña en las elecciones parlamentarias, ya que por lo abultado que quedaron algunas “arcas” se distorsionó, en algunas zonas, las cifras electorales, permitiendo que se colaran unos y se reeligieran otros que estaban incursos y seriamente comprometidos en hechos delictivos y, por sobre todo, con estrechas relaciones con grupos al margen de la ley; esta aseveración la hago con conocimiento de causa y respecto al departamento de Caldas.
Escuché con atención su mensaje de victoria por la reelección presidencial, y el parte de más tranquilidad, en caso de resultar cierto, es el que encierra su frase: “vamos a reformar, lo que haya que reformar”, y, sinceramente creo, señor Presidente, que lo que hay que reformar es poco, desde la óptica constitucional, pero son reformas sustanciales y difíciles de sacar adelante por ser de una sensibilidad extrema que incomoda y mengua poderes desaforados y rancias prerrogativas, como las que ostentan los miembros del poder legislativo y los de las altas cortes, y en ellos prima más el interés particular y lucrativo que el interés colectivo o general. Y es aquí, señor Presidente, donde está concentrado el 90% de la corrupción y de la impunidad que campea a sus anchas por este país.
Por supuesto, se requieren reformas importantes y sobrevinientes para el manejo del post-conflicto y que aseguren su estabilidad y durabilidad como lo son la reforma al agro en toda la extensión de la palabra, la cobertura en salud, la educación de avanzada, en este punto es importante y necesario recalcar la necesidad por mejorar la calidad del docente, aquí empieza la falla protuberante de la mala calidad, pero en dichas reformas no se tiene grandes escollos que pongan en peligro su aprobación, por cuanto el constituyente primario en un referendo implícitamente ha impartido su aprobación como paso sine qua non para cristalizar el proceso de paz; además, de entrada todo parece indicar que no se pisan callos a los eternos privilegiados, salvo que olisquen que en la salud o la educación pueda haber negocio o coima.
Usted, señor Presidente, al iniciar su primer mandato dio, mostró y probó que es una persona de independencia asombrosa y de la cual nadie se imaginó, como fue la de deslindarse por completo de su mentor, el ex presidente Uribe, sin permitirle ninguna injerencia en el manejo estatal lo que desató su furia visceral y su mimetizada venganza, hasta el punto tal, que lo forzó a la fundación de un peligroso y nocivo movimiento de ultra derecha para ejercer la oposición y procurar a toda costa truncar su aspiración a la reelección, enfilando baterías de manera despiadada y calumniosa para torpedear su apuesta por la Paz, situación que hasta el día de hoy le ha resultado fallida.
Ahora, Usted se encuentra en situación parecida frente a una porción de parlamentarios corruptos que creen erróneamente que su reelección descansa en sus buenos oficios clientelistas, y no hay tal, yo le di mi voto porque soy antiuribista, por supuesto que necesita esas alimañas para lograr la aprobación de sustanciales y difíciles reformas constitucionales: la del Congreso, la de las Altas Cortes, la de Procuraduría y Fiscalía; y, por medio de leyes, la del Agro, la de Educación y la de Salud. Estas reformas, señor Presidente, son las que requiere Colombia con urgencia, y este país queda con más del 90% de sus problemas, sobre todo en justicia, solucionados.
Pueda ser que los “gurús” del Derecho, y quienes por darle un matiz de ciencia a esta profesión que es artesanal, y soy artesano, no le den vueltas a lo que no tiene y vayan directo a combatir el mal, y éste, sin lugar a equívocos, está en las entrañas del Congreso y de las Altas Cortes. La reforma a la justicia no está en aumentar más normas inoficiosas ni que aumenten punibilidad, no. Necesitamos con carácter urgente personas pulquérrimas y diáfanas, sin compadrazgos ni amistades oscuras que administren una verdadera justicia de manera pronta y cumplida.
Marco Aurelio Uribe García.
Manizales, junio 20 de 2014.