Una justa democrática
Es desde luego un triunfo de la democracia y de la civilidad del país, pero también y sobre todo es un trofeo que los colombianos le debemos reconocer a la Registraduría Nacional del Estado Civil que, bajo la conducción eficaz de su director Carlos Ariel Sánchez, ha venido construyendo con sus funcionarios, un órgano neutral como lo exigen las más modernas democracias de occidente, en cuanto garante de los derechos políticos de los asociados por la oportunidad y celeridad en la entrega de los resultados que permitió a los colombianos, pasada apenas media hora del cierre de las urnas, saber el nombre del Presidente y de su fórmula Vicepresidencial, hecho que fue reconocido con nobleza y gallardía por el mismo candidato Oscar Iván Zuluaga, todo lo cual consolida el bien ganado prestigio de la Entidad y desvirtúa de una vez por todas el manto de dudas que sobre su transparencia e integridad se pretendió tejer sin éxito alguno.
De otro lado, nuestro coterráneo el ex ministro Oscar Iván Zuluaga cumplió un significativo rol en su campaña que se inició con la incredulidad sobre sus propósitos políticos, pasando por la minusvalía que implicaba la forma caricaturesca que inventaron sus adversarios por sus relaciones con el expresidente Uribe, hasta culminar con el reconocimiento nacional sobre su fortaleza de carácter, independencia y conocimiento y dominio de los grandes temas que conciernen a los colombianos, digna de los mejores estadistas. Ahora bien, sin contar a su favor con los factores reales de poder, incluida la burocracia nacional y territorial, se ganó espontáneamente y en franca lid, el aprecio y la admiración de poco menos de la mitad del país, que lo convierte, por tanto, en actor de primer orden en el escenario de la política nacional.
Corresponde ahora restañar las heridas causadas en la competencia, doblar la página y convocar a la reconciliación de todos los colombianos sin distingo alguno, pues no se entendería que mientras se dialoga con los enemigos del sistema en la Habana, al interior de nosotros se mantenga la guerra entre simples adversarios.