26 de marzo de 2025

El mundial de la economía

21 de junio de 2014

El país no solo está de fiesta por los resultados que evidentemente está consiguiendo la Selección nacional de fútbol en Brasil, sino por los goles que empieza a anotar la economía.

En el primer trimestre del año, el Producto Interno Bruto registró el más alto crecimiento desde 2011. Ese 6,4 por ciento de incremento, que podría llevar, inclusive, a las autoridades económicas a revisar las ya optimistas expectativas que habían alineado para 2014, se debe, esencialmente, a la dinámica de tres sectores: la construcción, que en las principales ciudades de la Costa es muy elocuente; los servicios sociales, comunales y personales, en razón del gasto empleado por los gobiernos para preservar la seguridad en las ciudades; y el agro, jalonado, sin duda, por el buen momento de los productores cafeteros.

Pero el balance revelado por el Dane indica que, excepcionalmente, ningún renglón de la economía tuvo retrocesos durante el período. Todos crecieron: la actividad mineroenergética, a pesar del estancamiento de la producción petrolera; la industria manufacturera, que levantó cabeza después de varios trimestres negativos; los servicios de electricidad, agua y gas, si bien son los menos dinámicos del grupo.

Se trata de resultados que ratifican la senda que estaría transitando Colombia para convertirse en un mediano plazo en una nueva economía emergente, como ya lo hicieron algunos países asiáticos y lo está logrando Brasil.

Por tanto, al fútbol le va bien, y a la economía, también.

Sin embargo, hay que asumir estas otras emociones patrióticas con la misma prudencia que imponen los triunfos del combinado nacional.

Si celebramos con desafueros podemos perder la perspectiva y adoptar medidas de corte confiscatorio que aumentarían eventualmente la carga impositiva, o de tipo contraccionista. En ese sentido va, justamente, la decisión del Banco de la República de aumentar ayer la tasa de interés en 25 puntos básicos, para dejarla en 4 por ciento.

El llamado es también para los empresarios, a fin de que la fiesta no los conduzca a una zona de confort en la producción, o a la irracionalidad de sobrestimar las posibilidades del mercado interno.

El debate, en ambos casos, debe girar alrededor de la idea irreductible de conservar la dinámica, pero teniendo siempre presente que es muy importante crecer, pero, por sobre todo, redistribuir, en una nación que aún conserva indicadores vergonzantes de exclusión e inequidad.

En ese sentido, habría que esperar que la amplia oferta de propuestas sociales que circuló durante el pasado debate electoral reivindique a las poblaciones en condiciones de vulnerabilidad, foco, al fin y al cabo, de esta y las otras miradas.

Pues, así como la del fútbol es entretener y alentar las sanas emociones, la misión clásica de la economía es repartir de la manera más equitativa posible los recursos de una sociedad entre todos sus habitantes.

Si no lo hacemos de esta manera, incurriríamos en una falsa ilusión de riqueza, en medio de la cual los ciudadanos seguirán viendo las noticias sobre la bonanza pero sumidos en la más extrema de las pobrezas. Y en vez de continuar avanzando a las siguientes rondas de este mundial económico, nos quedaríamos satisfechos con el paso feliz a octavos de final.

Eso –estamos seguros– no va a pasar con la Selección Colombia que celebra en Brasil. Tampoco debe ocurrir con los agentes económicos que hoy festejan con el PIB.

EL HERALDO/EDITORIAL