22 de marzo de 2025

Glosario político

27 de mayo de 2014

hernando salazar1. “La maquinaria la van a soltar toda”, y la franqueza para admitirlo.

Bien sabes de esas cosas más que yo, porque has estado cerca, no sé si pertenecido a sus grupos, de aquellos que han hecho de las maquinarias (en el ámbito local) la mejor arma de la democracia que tenemos.

Santos también lo admitió, que eso de aceitarlas, es lo más democrático que se puede esperar en esta democracia centralista, manejada desde los salones entapetados bogotanos, sin ahorrar los golpes bajos que se puedan dar, como se lo recomendó el publicista de la rumorología, J.J. Rendón.

2. Que “el proceso de paz está herido de muerte, así gane Santos”.

Tienes razón. El proceso, no la paz. Aunque no dices quién o quiénes lo hirieron desde el comienzo. Las torturas y el asesinato del oficial y del patrullero en Tumaco, la utilización de niños bomba, fueron apenas unas de las últimas puñaladas a la credibilidad de ese proceso, lo que es muy distinto a la esperanza en la paz.

Si me dices cómo esos actos contribuyen a una sociedad más equilibrada (así no sea con la revolución), a vencer a los dueños del capital, a empoderar el pueblo y a instaurar un sistema medianamente socialista, que los sigan cometiendo.

El error es creer que, hoy,  las Farc son un movimiento político

Lo fue hace muchos años, en los sesentas y quizá en los setentas. Sólo repiten algunas de sus fórmulas.

Pero cuando cambiaron a Marx por la cocaína, la persuasión de la búsqueda de la justicia, aún por medio de las armas, y la aspiración a la igualdad de todos los colombianos, por acciones que causan terror (y no ilusión de cambio), dolor entre los más sufridos y ni un paso adelante en la conquista del poder, sino el desplazamiento de las familias campesinas, se tiene que mantener moribundo no un proceso, que es solo eso, sino a un verdadero deseo de paz.

Con este proceso, es probable que los jefes guerrilleros lleguen a su máxima ambición:

Convertirse en colegas de los Roy Barreras y hacer gavilla con Cepeda para decirle paramilitar a Uribe.
Lo que aquél lleva haciendo desde hace quince o más años, en libro y por todos los medios, sin querer aceptar que la contínua extorsión y asesinato de hacendados y ricos, (que ni Castro, ni Mao, ni Lenín practicaron) con lo que no lograron ni el más mínimo alivio en las comunidades en las que imperaron, estimularon los materiales del miedo, la rabia y la venganza, para que surgieran las terribles A.U.C. que compitieron con ellos en cuál grupo era más asesino, más narcotraficante y más capaz de causar horror.

Ignoro cuántos de los intelectuales que escriben lo que escriben y creen en lo que creen, visitaron Bojayá, entraron a la iglesia, observaron las ruinas y la desolación y hablaron con los sobrevivientes de las víctimas.  La iglesia estaba colmada sobre todo de niños, de ancianos, de hombres y mujeres inocentes, y con unos cuantos “paras”, protegiéndose allí, pero de los que habían matado el mayor número, con certeros balazos, cuando asomaron la cabeza. No fue ni siquiera un triunfo pírrico, sino un soberbio delirio de sangre. Buscar otros responsables, es ir río arriba.

Porque ellos firman los acuerdos que sea, a sabiendas de la debilidad y flexibilidad de Santos,  y hasta entregan las armas, que no creo.
Pero qué les dirán a los niños y adolescentes reclutados a la fuerza y por la necesidad, cómo les desenseñarán a tener el uso de las armas como único crecimiento en sus vidas y a no matar. Si no les dicen por qué hay que disparar (solo es una orden) ¿cómo les van a decir que ya no más? ¿Qué hacemos, Carlos, con esos niños? Ya ves dónde están y qué hacen los que hace pocos años eran niños, con los paramilitares. ¿Entonces? Definitivamente tragamos todo.

En el elogioso perfil que «Las 2 orillas» hacen de Juan Manuel Santos, lo único que no eluden es que ha hecho la carrera (aparte de que gobierna a este país desde antes de nacer) a punta de traiciones, de mentiras y de oportunismos.

Que es frío y que nunca le ha importado pararse encima de quien sea, con tal de mantenerse arriba. Solo le recordaron a quienes fueron sus amigos cercanos,  sus «maestros» en triquiñuelas para las regiones, porque la falta de escrúpulos ya las tenía, que fueron Rodolfo González, Eduardo Mestre y Rodrigo Garavito, conocidos de autos y ya «olvidados», disfrutando de sus millones desde y después de la cárcel.  

No soy anti santista porque su falta de carisma, de personalidad definida, no da para un anti. No da ni rabia, ni inspira a nadie. Todos votaron por el anti Uribe, no por él.  Pero dicen que el que odia es el ex presidente y que Zuluaga recibe órdenes de que odie, como lo ordenan ellos a sus lectores. Ý se autoproclaman ansiosos de la paz. Qué frescura. Hasta la vuelven una paz clasista. Porque ninguno de ellos sufrió los rigores de esa  guerra absurda, en Montes de María, o en Algeciras o en los orientes de Caldas y de Antioquia. Ni viven en Buenaventura. La paz de ellos, siempre la han tenido. Qué país.

Se nos olvida  también, que este es un régimen presidencial, todopoderoso y que la lealtad no es falta de carácter.

Ni el menosprecio y la burla hacia las personalidades de provincia, vuelca las masas, como a las cámaras de t.v y a las revistas del jet-set, con los votos, para el notablato de toda una vida. 

Y nadie se traga que estar con los de arriba, con los de arriba desde hace 200 años, no es ser pacifistas.