El colombiano Simón Mesa ganó con el mejor corto en el 67 Festival de Cannes
Imagen AFP
Se trata de una cinta de producción colombiana y británica de 16 minutos de duración en la que narra la búsqueda que emprende la joven Leidi para encontrar a Alexis, el padre de su hijo, un trabajo que firma un joven formado en la Universidad de Antioquia y en la Escuela de Cine de Londres.
Su película es el trabajo final de sus estudios de cine en Londres y el joven cineasta valoró como «surrealista» que cinco meses después esté en el festival de cine más importante del mundo, y que además haya resultado premiada.
Mesa Soto reconoció en rueda de prensa que cuando alguien rueda una película de metraje corto tiene la tentación de «querer poner muchas cosas dentro» y por eso decidió «ceñirse a la historia de la chica».
Le concedió la Palma de Oro un jurado presidido por el iraní Abbas Kiarostami, que también empezó su carrera como cineasta con un cortometraje proyectado en Cannes, mientras que recibieron una mención especial Aissa, de Célemnt Trehin-Lalanne, y Ja Vi Elsker, de Hallvar Witzo.
En el pasado, lograron el reconocimiento que este sábado iluminó a Mesa Soto cineastas como el estadounidense Jim Jarmusch, el mexicano Carlos Carrera o el belga Raoul Servais.
El otro colombiano en concurso, el director Franco Lolli, se quedó sin reconocimiento para su ópera prima Gente de Bien, proyectada en la Semana de la Crítica, una sección paralela.
Lolli optaba a la Cámara de Oro, que reconoce la mejor primera película del festival, reconocimiento que recayó sobre Party Girl, trabajo coral de Marie Amachoukeli, Claire Burger y Samuel Theis.
Contexto
Leidi es un trabajo de quince minutos que sorprende por la precisión de su realización y el poder que tiene para contar con imágenes austeras la realidad de la vida en los barrios populares de Medellín, aquellos situados en las laderas de la ciudad y que el poeta Víctor Gaviria descubrió para el cine en sus alabados largometrajes de los años noventa.
Leidi es el nombre de la protagonista, una joven madre soltera que vive con su madre y que tiene una relación sentimental con el padre de su bebé, un muchacho que lava carros en una terminal y del que poco llegamos a conocer, salvo la muy escasa responsabilidad de su paternidad. Nada especial sucede en la historia, es el registro de la cámara que capta el pasaje humano y urbano en el que se mueve Leidi y que se cierra con un hermoso plano de ella solo en un bus, especie de lograda metáfora sobre el destino que seguramente la acompañara. EFE.