Comienzan las definiciones
Sin contar esta última y aceptando en gracia de discusión que se mantenga tal grado de indiferencia, se trata de un capital cercano a los seis millones de votos que son los que van a decidir quién gobernará este país en los próximos cuatro años.
Como ya no hay “disciplina para perros”, tan aplicada en el pasado y todavía añorada por algunos, tampoco resultará cierto que las decisiones de los partidos Conservador, Alianza Verde y Polo Democrático se conviertan en ucases de obligatorio cumplimiento, aunque sí servirán para vislumbrar posibles resultados.
Pero al final, será la decisión personal e íntima de cada colombiano la que decida si quiere seguir cincuenta años de atroz guerra o alcanzar por fin la paz. Aunque algunos digan que no, ese es el dilema.
APENAS LOGICA
Así resulta la posición, si no asumida en forma definitiva sí anunciada como posibilidad, de algunos conservadores que se inclinan más por la reelección del presidente Juan Manuel Santos que por un respaldo a Oscar Iván Zuluaga.
Resulta que en desarrollo de la pugnaz campaña que en la primer vuelta tuvo definición el pasado domingo, lo único que esos “conservadores santistas” recibieron de la otra campaña y de su propio partido, fue la agresión verbal de “mermelados”.
Así, pues, que ahora sobran los coqueteos porque la ofensa está muy reciente y cuando hay peleas de novios o amantes, hay que darle tiempo al tiempo, como decían las abuelas.
SI PERO NO
En lo que tiene que ver con la Alianza Verde y su más aguerrida representante, Claudia López, se da una situación bastante extraña, de esas que pueden denominarse “si pero no”, “quizá”, “quien sabe” o todo lo contrario.
“Tengo perfectamente claro que Uribe es de lejos peor que Santos, también tengo claro que ninguno representa nuestras ideas, sueños y aspiraciones”, dice por un lado.
Por el otro afirma que la decisión de la Alianza Verde es “decidir cómo seguir construyendo la Colombia decente, incluyente, equitativa, reconciliada con la ley, el medio ambiente y la vida”.
Y para colmo de la confusión remata: “Nuestra obligación no es escoger entre Santos y Zuluaga, sino entre las acciones coherentes para construir la Colombia que puede y debe ser”. Mejor dicho, mucho rodeo y palabrería para llegar al mismo llanito: decretar abstención, dejar en libertad a los votantes o comprometerse, con seriedad y como partido que pueda tener algún futuro, con uno de los dos. Lo demás es sencillamente paja barata.
CAMBIO DE TÉRMINO
“Bendita seas democracia aunque así nos mates”, sentenció alguna vez Guillermo Valencia, padre, mejor poeta que político, al hacer una defensa contundente del sistema que rige en Colombia.
Si viviera ahora el ilustre popayanejo, de pronto cambiaría el “mates”, último término de su declaración, por un “arruines”, más acorde con el costo de las actividades electorales en la actualidad.
Carlos Ariel Sánchez, Registrador Nacional anunció que la segunda vuelta presidencial que se hará el 15 de junio le valdrá a los colombianos mil ochocientos millones de pesos, exorbitante suma que para muchos no se justifica si se tiene en cuenta la apatía y el poco interés que millones de ciudadanos le ponen a la contienda democrática.
Claro que la abstención ha sido una constante en estas confrontaciones, pero la del domingo rebasó todos los cálculos y por eso vuelve a la palestra la antigua discusión de si es o no conveniente establecer el voto obligatorio.
Ahí está el primer tema para entretener a los colombianos en las comisiones primeras del congreso a partir del 20 de julio.
PASOS DE ANIMAL GRANDE
Son los que debe estar sintiendo en la tórrida Panamá la ex directora del Das, María del Pilar Hurtado, usufructuaria de un asilo tramitado a escala presidencial para que pudiera escapar de la justicia colombiana ante la que debe responder por una serie de irregularidades cometidas en ese cargo.
Esos pasos tienen que ver con que ya El Salvador solicitó la extradición del ex presidente Francisco Flores, quien está acusado de corrupción durante su gobierno pero disfruta, como la Hurtado, del asilo diplomático.
Aunque es muy posible que el asunto no se defina hasta después del 1° de julio cuando asuma el nuevo presidente panameño, Juan Carlos Varela, es muy probable que lo que se decida dicte doctrina en el caso de la ex directora del Das.