19 de abril de 2024

Senadores departamentales

17 de abril de 2014
17 de abril de 2014

Los antecedentes son pésimos.

Los candidatos a esa alta corporación se mueven por toda la geografía buscando, como bucaneros, el respaldo  costosísimo de unos electores. Previamente estudian cuáles son los posibles representantes a la Cámara que tienen apoyo electoral en  las provincias de otros departamentos, para conformar con ellos una llave de trabajo que sea anticipo de victoria.

El candidato al senado es paseado por su socio por toda la periferia  en donde cree tener votos amarrados.La literatura tribunicia es melosa e irresponsable. El copetudo aspirante, según los ditirambos del socio, ha sido  el mejor senador de Colombia. Tiene cerebro privilegiado, encomiable experiencia, interviene activamente en las Comisiones y su voz en las plenarias resplandece frente a la atónita admiración de sus colegas. Si el aspirante es un primerizo, lo magnifican como una revelación, adobado de sabiduría, con labios  elocuentes, despampanante en todo lo que hace. El candidato convertido en prócer, no puede dejar enfriar  sus nuevos adeptos  y tiene que administrarlos con devoción y ahinco.

La democracia colombiana se mueve con dinero. Los votos hay que comprarlos y si usted no tiene un circulante que sobrepase los tres mil millones o si no es mafioso con  recursos ilímites en   caletas escondidas,  -escúche bien – no se meta en  esa competencia. Lo triturarán.

Los candidatos al senado son exprimidos por los aspirantes a la Cámara de Represen tantes. La adhesión de éstos que tienen su clientela en otros departamentos, hay que comprarla en cantidades exorbitantes. El senador que busca la reelección, o el primíparo que desea coronar su carrera política, tienen que abrir generosamente el bolsillo, hipotecar su casa, vender su finca, o caer en manos de codiciosos usureros para disponer, ya, de circulante, para atender los reclamos de plata que les hace el socio-buitre,  de voracidad insaciable.

Los hemos visto desesperados.

Llama del Chocó  un electorero con voz de  acoso que dice  tener 3.000 seguidores, o  un garoso de algún departamento del Sur de  Colombia, que con voz firme y gritona hace relucir  los supuestos 5.000 electores que lo acompañan, a cambio de cincuenta o cien millones de pesos. Ese es un momento de vacilante duda del coaccionado que generalmente termina cediendo al chantaje, previa adquisición de dinero a las volandas.

Con secuela, generalmente, de atribulados desengaños. El pedigueño del Chocó no pone un solo voto o de  los 3.000 se reduce, apenas, a 200, y el del sur  que tanto clamoreaba, rebaja los 5.000 a 300. Eso cuando cumplen. Es común que el ingenuo candidato termine  estafado y su dinero desaparecido.

Los primeros beneficiados con la circunscripción departamental son los aspirantes. Serán  relativamente baratas las elecciones. Los compromisos se harán con  el electorado que bien conoce los aspirantes, a quienes con un tuteo de confianza, les exigirá que cumplan con las promesas.

No es posible que más de medio país se quede sin sus auténticos voceros y las regiones sean víctimas de paracaidistas que succionan los electorados de los departamentos a base  de dinero, dejándolos huérfanos en las altas corporaciones legislativas.

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