29 de marzo de 2024

Vistazo de Mario Calderón Rivera al futuro de Manizales y el Eje Cafetero

6 de enero de 2014

De regreso a la tierra

Mario Calderón Rivera regresó a Manizales, que es su tierra. Nunca salió de allí, aclara. Ni cuando ocupó la presidencia del Banco Central Hipotecario –B.C.H.-, ni durante su estadía en el Banco Interamericano de Desarrollo –BID-, ni mucho menos al fungir de embajador en México, cargos desde los que siempre parecía inminente su ascenso a algún ministerio. Se lo ofrecieron, sí, pero no aceptó, a lo mejor por razones políticas.
Y está feliz con el cambio. Primero, porque encontró una mejor calidad de vida que en Bogotá (nada difícil, por cierto), y, en segundo lugar, porque resultó falso, por fortuna, que la ciudad estuviera “tan muerta como algunos dicen”.
mario calderon rivera
Al contrario, destaca la pujanza de sus gentes, el positivo relevo generacional de los últimos años, los distintos proyectos no sólo locales sino también regionales que impulsan entidades como la Cámara de Comercio donde él hace las veces de presidente ejecutivo, y sobre todo la enorme diferencia con la capital del país, donde se impone –en su opinión- una visión apocalíptica, signada por el pesimismo.

Más aún: en medio de la crisis nacional y la quiebra de valores políticos (partidos, legitimidad del gobierno, Estado, etc.), hay una especie de resurgimiento en la provincia, en la periferia, para expresarlo con el típico lenguaje cepalino.

Observa, pues, un “dinamismo insospechado” en todo el Eje Cafetero, especialmente en Caldas, donde antes –subraya- se imponía el espíritu individualista, reacio a la integración, que sin embargo dio origen a tres importantes ciudades intermedias: Manizales, Armenia y Pereira, convertidas hoy en capitales de tres departamentos: Caldas, Quindío y Risaralda.

¿Qué pasó entonces? Según él, ha influido la globalización, pero también la descentralización, proceso que de ninguna manera –asegura- fracasó sino que permitió el fortalecimiento de la democracia local, la creciente independencia de los gobernantes seccionales con relación a sus jefes políticos, y la puesta en marcha de ambiciosos proyectos, sobre los cuales centra sus reflexiones.

Prefiere eludir cuestiones personales, autobiográficas, pues sostiene que a nadie le interesan.

El área metropolitana

Los proyectos de Manizales –precisa- no son tanto de la ciudad como de su zona de influencia, o sea, con un sentido regional o metropolitano, que es el punto de arranque para empezar a mostrar la ciudad del futuro, cuyas bases apenas se están construyendo.

Y es que lo que allí existe, en torno a la capital caldense, es una auténtica área metropolitana, con más de 650 mil habitantes en Manizales y los municipios vecinos: Villamaría, Chinchiná, Palestina y Neira, separados entre sí por unos cuantos minutos que cada día son menos.
No obstante, esta circunstancia, que a simple vista es signo del progreso, ha generado a su vez múltiples problemas, dignos de ser resueltos con urgencia.

El primero de ellos, la enorme migración al centro, a la ciudad principal, por factores como la aguda crisis cafetera, el alto desempleo y la carencia de servicios públicos en determinadas áreas rurales y urbanas, que al final se traducen en mendicidad, ancianos sin albergue, prostitución infantil, tráfico de drogas, vendedores ambulantes, gamines…, todo ello en perjuicio de la calidad de vida.

En consecuencia, el área metropolitana existe de hecho, ha desencadenado problemas de enormes proporciones, y sólo falta la creación del marco legal, institucional, que permita incluso hallar las soluciones requeridas, sin las cuales –observa en tono crítico- “no habrá quien se libre de salir perjudicado”.

De ahí que se esté avanzando por ese camino, el de la conformación del área metropolitana, con el apoyo de los alcaldes municipales, quienes trabajan en forma concertada con el sector privado, con los empresarios, representados en organismos como las Cámaras de Comercio.

Al respecto, Calderón Rivera destaca la labor informativa, para que haya en la ciudadanía una “conciencia metropolitana”; o mecanismos recién establecidos para garantizar la participación de la comunidad en dicho proceso; o el hecho simple de que Manizales asuma su condición de capital metropolitana, identificando sus fortalezas y debilidades en ese marco.
“Todo esto hay que hacerlo con prontitud”, advierte mientras confía en que ahora mismo el área quede “en obra negra”, sentadas las bases fundamentales de dicho proyecto: su plena integración por medio del transporte, particularmente a través del cable aéreo.

Proyecto que parece un cuento de ciencia ficción, en verdad.

El cable aéreo

Allá, en la vieja casona que es sede de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional seccional Manizales, cuelgan todavía los gruesos cables que partían desde la alta torre hacia Mariquita, viaje que era escalofriante por las empinadas montañas, llenas de peñascos rodeados por profundos abismos, las cuales debían cruzarse a lo largo del recorrido.

Era el cable aéreo más largo del mundo. Y el más elevado, pues cruzaba a 4.500 metros de altura, en momentos en que no se había construido la carretera entre Manizales y Fresno.

Servía para el transporte de carga y pasajeros. En el primer caso, era pieza indispensable del comercio exterior colombiano, como que las mercancías importadas llegaban a Buenaventura, eran luego enviadas por ferrocarril a Cali y Manizales, de donde finalmente viajaban por aire, en el cable aéreo, hasta Freso, y luego a Bogotá “por tierra”.

En cuanto al transporte de pasajeros, el servicio se extendía a los municipios de Neira y Aranzazu, dato que por lo general desconocen los caldenses, incluso los más viejos que todavía añoran aquellos tiempos del ferrocarril y del cable, cuyas estaciones quedaron convertidas en bellos monumentos históricos conservados por centros universitarios.

Ahora bien, un reciente alcalde de Manizales, Mauricio Arias, dejó “en pie” la resurrección del legendario cable, si bien en su etapa inicial, la que va hasta Villamaría, como un sistema de transporte para el área metropolitana mencionada arriba.

¿Con qué propósito? Muy simple: resolver uno de los problemas de dicha área, el del transporte, dado que diariamente se desplazan de Villamaría cerca de diez mil personas, quienes tienen en la muy cercana capital del departamento sus sitios de educación o trabajo.

Con el cable, entonces, se descongestionarán las vías, cuyo recorrido actual se ha vuelto insoportable; el tiempo de viaje, que tanto cuesta en términos económicos y de bienestar colectivo, se reducirá en promedio de una hora a veinte minutos, y todo indica que las modernas tecnologías permiten movilizar de 20 a 25 mil pasajeros por día, aunque usted no lo crea.
Los beneficios van desde los de orden social y sicológico (más tranquilidad y menos estrés, como es obvio) hasta los de orden ambiental, tratándose de un proyecto “cero contaminación” según las teorías en boga, aquellas que Mario Calderón Rivera terminó acogiendo con entusiasmo.
Sólo que antes de hablar sobre esto, sobre desarrollo sostenible y cosas por el estilo, concluye lo relacionado con los proyectos de transporte, determinantes por excelencia del desarrollo regional.

Doble calzada y aeropuerto de Palestina

La doble calzada o Autopista del Café, que ampliará la actual carretera entre Manizales, Pereira y Armenia, además de recortar el trayecto en ciertos tramos como la variante Chinchiná-El Pollo que es casi una vía directa entre ese municipio cafetero y la capital de Risaralda.
Cuando se haga, ir desde la encumbrada Manizales hasta la Ciudad Milagro tardará poco más de una hora, con lo que resultaría ser cierta la integración regional, del llamado Eje Cafetero, como complemento del área metropolitana en que están comprometidos los caldenses.

“La carretera es una realidad”, asegura Calderón Rivera con base en decisiones ya tomadas: los diseños están listos, al tiempo que la obra, cuyo costo es superior a los 250 millones de dólares obtenidos por concesión (donde interviene un consorcio italiano, integrado por 17 firmas que aportan el 60% del capital de riesgo), deberá entrar en servicio durante los próximos años.

Pero es que la doble calzada se requiere para adelantar un proyecto de la mayor envergadura, tanto o más que los anteriores: el aeropuerto de Palestina, una utopía sin embargo en las actuales circunstancias, mientras se tarde una hora en llegar hasta allí desde Manizales y Pereira.
Con la nueva carretera, en cambio, la duración del recorrido sería de escasos veinte minutos para ambas ciudades, aprovechando la citada variante de Chinchiná.

Y, como si lo proyectado no fuera suficiente, se impulsan más obras viales, como el Túnel de La Línea, entre Armenia e Ibagué, para librarse de la elevada cuesta; la variante Irra-La Virginia, que empata con la carretera que va por el margen occidental del río Cauca, y la vía que conduce hasta el puerto de Tribugá en el Chocó, donde la pretensión del Eje Cafetero es lanzarse hacia la conquista de los mercados externos.

De igual manera, los caldenses esperan mejorar la comunicación terrestre entre Manizales, Fresno, Mariquita y Honda, lo cual disminuiría en forma significativa el tiempo de viaje hacia Bogotá, la plaza principal del mercado interno.

Por último, cabe destacar la propuesta de conformar un anillo turístico en la base del Parque Natural de Los Nevados, que es un proyecto orientado también a fortalecer el desarrollo regional, esta vez de la mano del turismo, del máximo aprovechamiento de los recursos naturales allí disponibles, y del desarrollo sostenible o la lucha contra la contaminación, campo donde Calderón Rivera es ampliamente reconocido.

Si fue quien presentó, en la Fundación Santilllana, el más reciente libro de Gunter Pauli, donde se desarrolla la teoría “cero contaminación” que nuestro interlocutor maneja al dedillo, teniendo en cuenta que él es miembro del respetable Club de Roma, uno de los máximos organismos internacionales encargados de analizar los complejos temas del desarrollo.

Los recursos naturales

Incursiona, pues, en los asuntos de moda a nivel económico y, particularmente, en la globalización, donde considera que ya se tiene una nueva dimensión del trópico, de los recursos naturales, biológicos, que el mundo entero está en la obligación de preservar.

En el bosque tropical húmedo –explica-, que apenas representa el 7% del planeta, hay más del 60% de las reservas genéticas, teniendo así una variedad de vida “infinitamente mayor” que zonas como la Amazonia.
Y la región cafetera, que desde el punto de vista geográfico se extiende hasta el Chocó, posee vastas tierras de bosques tropicales, los cuales son, en último término, su gran riqueza, así ello parezca ir en contra de las concepciones capitalistas en boga.

En efecto, el modelo de desarrollo “que nos han vendido” busca a toda costa la industrialización con el fin de alcanzar la mayor utilidad con los menores recursos productivos (capital y mano de obra, en especial), sin importar que dicho proceso conduzca a la destrucción del entorno y a un alto grado de desperdicios que ni siquiera son aprovechados sino que contaminan el medio ambiente.

Con razón, ataca la consigna según la cual “quien contamina paga”, pues sostiene que ésta es una forma de tranquilizar la conciencia y trasladar finalmente a los consumidores, los de cerveza por ejemplo, el valor de las cuantiosas inversiones hechas para descontaminar.

Piensa, en definitiva, que Caldas hará mucho en tal sentido, con recursos nativos como la guadua, a la manera –explica- de lo realizado en países como Japón, donde existe la fábrica más grande de cemento con base en fibra de ese producto.

Y así, entre más y más frases que ratifican su conocimiento universal al servicio del Eje Cafetero, Mario Calderón Rivera vuelve sobre los proyectos que ha impulsado desde la Cámara de Comercio de Manizales, su ciudad del alma, en la que prefiere asumir una actitud modesta, de servicio y colaboración a partir de su vasta experiencia en cargos de la mayor importancia nacional y mundial.

“No llegué con actitud mesiánica”, dice. Y su amplia exposición, donde siempre resalta el papel de otras entidades públicas y privadas, basta para creerle.