Quindío musical
Son canciones que recrean diversos temas del acontecer regional, el paisaje y la gente, y están interpretadas por Patricia Quiceno, Álvaro León, Carlos Rincón y Simeón Báquiro, bajo la dirección artística de Fernando Baena. Personas dotadas de talento y maestría en el arte musical. En tal carácter, han elaborado, junto con otros nombres vinculados a la confección del álbum, una cara amable de la región.
Propósito primordial de los autores y las entidades que impulsan esta realización es que el mensaje musical penetre, primero que todo, en los municipios de la comarca, como vínculo de identidad y amor por la tierra. La música es eso: alegría, enlace y motivación. No en vano Libaniel Marulanda es un referente de la vida local a través de sus crónicas, sus cuentos y sus artículos de prensa. Autor de las siguientes obras: La luna ladra en Marcelia, Al son que me canten cuento, Crónicas quindianas. Y de numerosas canciones.
Él es, por otra parte, crítico vehemente de vieja data sobre la música que se fabrica en el departamento. Sin dejar de reconocer la excelencia de algunas melodías, hace reparos generales sobre la rutina y la falta de originalidad y esmero de muchos autores que “han caído en clisés, frases copiadas una y otra vez y una precariedad en el ejercicio de la palabra”, según opinión suya. Agrega que buena parte de las canciones están dirigidas al paisaje, los amores campesinos y el costumbrismo, y de ahí no han salido. Son motivos que se repiten una y otra vez, con descuido del rigor literario y el nervio poético que deberían mover estos textos.
El álbum se sale de esa tradición y pone énfasis en el aspecto social. Al enaltecer el paisaje cafetero como un bien cultural de la región, con destellos en el mundo entero, se solidariza con el trabajador campesino, con sus faenas, alegrías y angustias, al tiempo que cuestiona el atropello de la minería y el menoscabo de los recursos naturales. En la canción Directo al grano, el mensaje musical pinta dicho horizonte y formula esta advertencia: “La minería a cielo abierto dará a la tierra muerte y dolor. Directo al grano sin muchas vueltas combatiremos su pretensión”.
Es el Quindío tierra fértil para el canto, el amor, la evocación y la nostalgia. La mujer es el centro musical por excelencia, que mueve el sentimiento de compositores e intérpretes. Muchas canciones adolecen de las fallas que señala el cronista de Calarcá, pero son la expresión de la misma tierra montañera. Recuerdo en Armenia los sitios amables que funcionaban en horas nocturnas, gratos para el calor humano y la añoranza, donde las tertulias de amigos eran armonizadas con las “canciones de antaño”, las que nunca mueren y siempre se escuchan con emoción.
El álbum de Libaniel Marulanda y su gente entra a enriquecer el acervo musical de la comarca. Empeño valioso que encierra un propósito claro: afirmar el alma cafetera y propender por la superación del arte.
Imagen La Crónica del Quindío
Bogotá, 08-XI-2013.