Las victimas
El terrorismo en la segunda mitad del siglo XX y en lo que llevamos de éste, ha creado un fenómeno novedoso. Me refiero a las asociaciones de víctimas de cualquiera de los grupos terroristas que existen en el mundo, de accidentes graves de medios de transporte con multitud de muertos, de desastres naturales o de cualquier otra cosa que pueda generar ésta reacción.
En principio, estos grupos se crean para defender los intereses de los afectados, o mejor dicho los intereses de alguno de ellos (los heridos supervivientes) pero sobre todo de las familias, ya que hablamos de sucesos que causan numerosos muertos.
Estos intereses, podrían ser divididos en tres categorías. La primera, el legítimo derecho a obtener una indemnización por parte de los responsables (aquí cabe una importantísima digresión entre responsables directos o subsidiarios). La segunda, el derecho a personarse como parte acusadora en los procesos penales y civiles para procurar asegurarse de que los autores reciben el adecuado castigo al daño causado. Por último un tercer campo de interés es el de obtener tanto de la opinión pública como, mas importante, de los poderes públicos, el reconocimiento a su sufrimiento y por ende su derecho a ser oídos y atendidos en cualquier tema que, a su juicio, les afecte.
En España, la actividad criminal de ETA, convierte a las víctimas de este grupo en un caso especialísimo, tanto por la crueldad y violencia con la que actuó como por el larguísimo período que duró su actividad, parece que definitivamente extinguida, lo que propició que el número de víctimas sea cercano al millar. Su número, la existencia de víctimas cuyos casos fueron especialmente notorios por sus terribles circunstancias (Miguel Ángel Blanco, Ortega Lara) o por la edad de la, en este caso, bárbaramente mutilada Irene Villa y el odio que ETA ha generado en la sociedad española durante sus casi 50 años de locura, hacen que éstas victimas generen una especial simpatía y solidaridad por parte de sociedad española.
Sin embargo, el tiempo pasa. La existencia de otro grupo, también muy numeroso de victimas de un atentado islamista en los trenes de cercanías de Madrid, la gran cantidad de víctimas, en este caso no por el terror sino causadas por accidentes de medios de transporte (militares en avión, civiles en avión y tren) han llevado a que haya en España varias asociaciones de víctimas, algunas muy politizadas, con presencia constante en los medios cada vez que hay un juicio, un recurso, un aniversario etc.
Todos estos grupos tienen, al menos, dos cosas en común. Por un lado tienen la simpatía de los medios y por otro su predisposición a estar presente en ellos.
El resultado de lo anterior es que son lobbys omnipresentes sea en manifestaciones, entrevistas, presiones sobre las autoridades gubernativas, judiciales y legislativas en ocasiones en que se resuelven temas que les afectan. Todo ello perfectamente respetable y legítimo, si no fuera porque dan la sensación, a veces, de considerarse a sí mismas depositarias de derechos que no les corresponden. Sin duda no más que al resto de sus compatriotas.
Es por ello que se empieza a percibir un cierto cansancio, en parte de la sociedad, del exceso de protagonismo que, a veces, se arrogan y que puede llegar a degenerar en hastío, lo que sería tremendamente contraproducente para sus intereses y, en cierto modo, para el país en su conjunto. Si eso se llegara a producir, lo que no deseo, sería responsabilidad exclusiva de ellas mismas por abusar de sus legítimos derechos.