La Amazonía, riñón del mundo
Siempre habrá cosas nuevas y encantadoras que nos enamoran de esta región, sin contar con la tristeza que produce ver como la estupidez del ser humano va terminando con esta riqueza de la humanidad. El estar en esta región me induce a escribir un poco sobre el tema, del que muchos hablan y muchas cosas se dicen, pero pocos saben o conocen con algún nivel de certeza.
Todos hemos oído decir alguna vez que el Amazonas es el pulmón del mundo y lo repetimos de generación en generación, sin tener certeza de lo que decimos ni documentarnos en las razones que nos llevan a decir tal cosa; no quiero decir que no sea cierto en alguna medida, lo que pretendo aclarar es que existen algunos datos que no corresponden a esa denominación que se le ha venido dando. Es cierto que la Amazonía produce una importante cantidad de oxígeno, lo que no es cierto es que se la aporte al planeta; prácticamente todo el oxígeno que se produce en la Amazonía es consumido por ella misma y por sus ecosistemas propios haciendo que el aporte real de oxígeno al planeta sea prácticamente nulo.
¿Entonces por qué deberíamos proteger la Amazonía? Esa es la pregunta que es importante que nosotros, como uno de los nueve países propietarios de esta reserva de la humanidad, podamos contestar; veamos algunos aspectos.
El calentamiento global
Si bien es cierto que la selva amazónica no aporta exceso de oxígeno al planeta, también lo es que captura una cantidad muy importante de CO2 que también produce por la descomposición de la materia orgánica que produce a diario, con lo cual se puede afirmar que tampoco captura CO2 del resto de la tierra, pues el ecosistema captura el CO2 que produce; su importancia radica entonces en que, en la medida que se destruya se producirá más descomposición y, por lo tanto, más gases de efecto invernadero; careciendo al mismo tiempo de vegetación suficiente para capturarlo y para producir el oxígeno requerido. Esto lleva directamente a un desequilibrio en el balance de los gases respirables en el planeta y a un aumento global de la temperatura que podría generar un caos. No se debería desestimar, además, que según la teoría de la bomba biótica, la deforestación cambiaría el régimen de lluvias y por lo tanto el clima en el planeta con consecuencias imprevisibles pero desastrosas a ciencia cierta.
La diversidad cultural
En la Amazonía se asientan hoy por hoy más de ciento cincuenta etnias o culturas indígenas con creencias, culturas, tradiciones, ritos y costumbres; todo ello hace que la región Amazónica sea considerada la más rica del planeta en diversidad cultural, diversidad que ha sido atacada sistemáticamente por la penetración de los colonos en el territorio de las culturas ancestrales y por la deforestación sistemática de los ecosistemas en que dichas etnias habitan y mantienen su modus vivendi.
Es importante saber que se calcula que aún existen etnias por descubrir en esta región y que los saberes ancestrales de dichas culturas podrían tener respuestas a muchas de las cosas a las que nuestra civilización no ha podido responder.
Las diferentes etnias amazónicas no son agrupaciones de meras costumbres, por el contrario tienen lenguas propias y organizaciones de sus sistemas de salud, educación, religión, administración y gobierno; si a esto le sumamos el reconocimiento internacional de algunos de estos sistemas de educación y salud, se hace evidente la importancia de mantener el entorno para que estas culturas puedan subsistir y mantener sus entornos naturales.
La biodiversidad
Los más recientes cálculos estiman que en la Amazonía se encuentran cerca de cuatrocientos cincuenta mil millones de árboles de algo más de dieciséis mil especies diferentes. Solo estas cifras darían para pensar detenidamente en la manera de mantener semejante riqueza, más si se tiene en cuenta que, según los mismos estudios, cerca de la tercera parte de las especies propias de la selva tienen hoy menos de mil árboles de la misma especie, lo cual hace que técnicamente se pueda afirmar que se encuentran en peligro de extinción. Es importante resaltar la importancia de la diversidad forestal en el futuro de la humanidad y de forma más mundana en el futuro económico de la región a partir del bio-comercio y de los desarrollos de productos farmacéuticos y químicos de origen vegetal.
Y si eso ocurre con los árboles, qué decir de las miles de variedades de especies animales que se siguen descubriendo y que tienen funciones para la naturaleza que nosotros aún no atinamos a comprender totalmente; la diversidad animal de la Amazonía equivale a cerca del 35% de la diversidad del planeta.
El agua
Si todo lo anteriormente expuesto no fuera suficiente para motivar el cuidado de este tesoro natural, habría de pensarse en el aporte que la región hace al agua dulce del mundo; en la cuenca Amazónica se produce más del 30% del agua dulce, líquida, del planeta. Los ríos que surten sus aguas hacen que en la cuenca alta del río no se encuentren trazas de metales pesados, así se mantiene como uno de los cauces más limpios, asegurando su denominación como “Riñón de la humanidad”. Esta debería ser la imagen que se tenga del tesoro Amazónico ya que su verdadera función es el aporte de agua dulce al planeta.
Algunas notas adicionales. La cuenca Amazónica está compuesta por nueve países, siendo el mayor de ellos el Brasil y siguiendo en su orden; Perú, Venezuela, Colombia, Ecuador, Bolivia y los demás en muy pequeñas porciones. Por lo tanto, el tratado de cooperación para la conservación Amazónica, que es un tratado entre países hermanos, con la misma lengua, la misma riqueza natural compartida y el mismo respeto por las tradiciones ancestrales, debería ser expedito y fácil de manejar. Pero cada vez es más difícil y se hace más difícil mantener nuestra Amazonía, “El riñón del mundo”.
* Director Maestría en «Gestión y evaluación ambiental». Escuela de Ingenierías. Universidad Sergio Arboleda. [email protected] @alvaro080255
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