Fukushima, ante el riesgo de una nueva catástrofe
A pesar de que el combustible se ha enfriado considerablemente desde los primeros días de la crisis y de que Tepco ha apuntalado el edificio del reactor, es peligroso tener el material radioactivo dentro de una estructura dañada que podría colapsar en caso de que se produjese un nuevo terremoto. Por otra parte, el proceso de retirarlo también representa numerosas amenazas potenciales. Las barras de combustible deben permanecer sumergidas en el agua para evitar su sobrecalentamiento y bloquear la radiación gamma que emiten.
Para levantar las barras de combustible de la piscina y ponerlas en barricas gigantes con agua, los ingenieros de la planta van a utilizar una grúa. Cada barrica será colocada en un remolque y trasladada a una piscina más segura ubicada a nivel del suelo que no sufrió daños durante el maremoto de 2011. Sólo 36 especialistas, en equipos de seis en turnos de dos horas durante el día, se dedicarán a llevar a cabo la operación. Otro equipo trabajará durante las noches para eliminar los residuos en el interior de la piscina que podrían hacer que el combustible se atasque cuando la grúa intenta sacarlo. Para implementar su tarea, este segundo grupo tendrá a su disposición cámaras subacuáticas y un brazo robótico.
Cualquier accidente menor que dañe las varillas durante las labores de extracción y traslado, como, por ejemplo, un ‘atasco’ dentro de la piscina mientras la grúa esté retirando el combustible o la caída de la barrica al suelo y la exposición de las barras, podría causar la fuga del material radiactivo fuera de la planta. Sin embargo, Tepco asegura que lo tiene todo preparado para minimizar los riesgos. Su equipo llevará a cabo la misión por su propia cuenta, sin ninguna supervisión externa.