El perfecto caballero
Se matriculó en la carrera de Odontología en la Universidad Nacional, donde no era fácil ser admitido por la cantidad de aspirantes que se presentaban y por el rigor y seriedad de las pruebas de ingreso, pero la hubo de abandonar en el primer año, para hacerse abogado en la Facultad de Derecho de la prestigiosa Universidad del Cauca.
A su regreso a la tierra común se desempeñó como Juez pulcro e incorruptible que resolvía los conflictos ciudadanos con guante de seda pero con pulso firme. Luego fue nombrado Alcalde de la ciudad y posteriormente Asesor Jurídico de la siempre recordada Gobernadora Lucelly García de Montoya, cargos en todos los cuales dio demostraciones de honestidad y equidad, tan preciados por las normas del Buen Gobierno.
Formó un distinguido hogar con la conocida poetisa Esperanza Jaramillo, dentro del cual nacieron sus dos maravillosos y formidables hijos, Juan José y Felipe Andrés que hoy ocupan lugar prominente en la sociedad del Quindío y del Canadá, por sus excelentes cualidades personales y donde prestan sus valiosos servicios profesionales, con lujo de competencia, todo lo cual, constituía para Mario justificado timbre de orgullo, como padre amantísimo.
Si algo pudiese imputársele en su trayectoria vital, sería su total incapacidad para albergar en su noble corazón la simiente de la envidia del odio o del rencor.
Para la sociedad de su familia y de sus numerosos amigos, la noticia del viaje a la eternidad de Mario Jaramillo Jaramillo nos estremece porque es una catástrofe para las buenas maneras, la hombría de bien y el buen trato entre los ciudadanos que a veces parece huir de la cotidianidad en la convivencia entre semejantes.
“Qué amigo de sus amigos; qué señor para sus servidores y parientes”, como dicen que dijo el Gran Poeta Jorge Manrique en la despedida de su padre.