A la altura del reto
Aunque no se haya establecido una relación directa de causalidad entre el calentamiento global y fenómenos devastadores como el tifón que ha arrasado Filipinas, lo cierto es que estos ciclones se forman cuando el mar alcanza determinada temperatura y que en los últimos años se ha observado un aumento en la frecuencia y en intensidad de estos fenómenos.
Los científicos dicen que hay que actuar y hacerlo con más determinación, sabiendo que no se puede evitar ya que el calentamiento tenga efectos, pero sí se puede impedir que sean todo lo devastadores que pueden llegar a ser. Es una lucha contra reloj en la que no se debe perder más tiempo. En 2012 terminó la primera fase del protocolo y ahora, además de ratificar los términos de la segunda, es preciso acordar una nueva agenda, mucho más ambiciosa, que pueda aprobarse en 2015 para que entre en vigor en 2020. El objetivo es lograr que el acuerdo sea vinculante y conseguir el compromiso firme de los países que más contaminan. Estados Unidos, el país que emite más gases per cápita, nunca suscribió el protocolo de Kioto; Japón, Canadá y Rusia han abandonado la agenda pactada. Es muy importante que las potencias emergentes en proceso de industrialización acelerada, como China o India, asuman la necesidad de reducir las emisiones.
Este objetivo será muy difícil, especialmente en el caso de China, cuya principal fuente de energía es aún el carbón y cuya contaminación no solo es el principal riesgo evitable para la salud de millones de sus habitantes, sino que se extiende peligrosamente a los países limítrofes. Mediciones realizadas en el Monte Fuji de Japón muestran concentraciones elevadas de mercurio, telurio y arsénico procedentes de la combustión del carbón chino.
El acuerdo de Durban (2011) para crear un Fondo Verde del Clima dotado con 100.000 millones de dólares (unos 74.000 millones de euros) fue un paso muy importante; es un instrumento vital para vencer las reticencias de los países emergentes, que no quieren condicionar su desarrollo a la aplicación de restricciones medioambientales. El reto ahora es determinar de dónde van a salir esos fondos y cómo se van a distribuir. La lucha contra el cambio climático es uno de los pocos escenarios globales en los que Europa ha mantenido el liderazgo. Debe seguir ejerciéndolo, pero ella sola no cambiará el curso de una naturaleza herida que pide estadistas a la altura del desafío.
El País, Madrid