Si Cristóbal Colón hubiera tenido twiteer
Sep. 25 ¿De qué sirve ser Almirante, Virrey y Gobernador si no hay a quién mandar? Mejor regreso a mis ovejas. Desde mi Tambor-Berry, Colón.
Sep. 26-1492. Falso positivo: MA Pinzón dice haber avistado tierra al sudoeste. Eran nubes disfrazadas de tierra. Desde mi TamborBerry Colón
Sep.27/1492. Para acortar el viaje, sigo mintiendo piadosamente sobre millas navegadas. De 24 millas canté 20. Desde mi TamborBerry, Colón.
Sep. 28/92 Viendo agua por todas partes, lamento haberme leído los viajes de Marco Polo. Mi paisano me metió en estas. Qué vaina. Colón.
Tengo que vigilar a estos tipos. Desde el 3 de agosto no prueban fémina. La primera que aparezca será para el Almirante. Colón.
Sep. 29/92 En esta inmensidad me doy besitos de felicitación por haberles vendido a los reyes una mercancía que no tenía: las Indias. Colón
Sep.30/92 Esto mejora: llegaron a la Santa María 4 pájaros rabodejunco, alcatraces y mucha yerba. Las Indias deben estar aquí no más. CColón
Oct. 1-1492. Apellidos de marineros a bordo de las carabelas: Pinzón, Niño, Chachu, Gutiérrez, de Harana, Escobedo, Torres, Terreros, Diego
Oct.1.- Más apellidos ilusos: De la Cosa, García Sarmiento, Quintero, García Fernández, Ruiz de Gama, Quintero, Alonso. Y este pecho, Colón.
Oct. 2.-
Como iba de bien vendiendo libros y dibujando mapas y vean en la que me metí. Hoy creo más en el viento que en Dios. Mamma mia, ayúdame. C
Oct. 3. Quise tanto a mis hijos Diego y Fernando que hasta les tenía mamá distinta. Nos separamos por incompatibilidad de ronquidos. Colón.
Oct. 3 Mejor me voy olvidando del discurso que preparé para cuando me encuentre con el Gran Khan. Tampoco comeré sushi en Cipango. Colón.
Oct. 3.- … Cirujanos, alguaciles, secretarios reposteros, intérpretes, despenseros, carpinteros, calafates, toneleros, artilleros, pajes.
El día que confundieron a Dominguez con Oscar Iván Zuluaga
Alguna vez me confundieron en La Patria, de Manizales, con el doctor Óscar Iván. Me vi en la «obligación» de enviar al director la siguiente perentoria rectificación :
Señor Director, salud.
Tengo “algunas” razones para creer que no soy Oscar Iván Zuluaga, como aparece en la foto que acompaña mi columna de hoy en La Patria.
Físicamente, si bien los dos somos paisas (de Caldas y Antioquia), no creo correr con el inri del rostro del hombre que me “suplantó”, a sus espaldas, como autor de la columna mencionada. Yo tengo entradas en la cabeza (calvicie), él salidas del cráneo. Los dos tenemos cara de montañeros muy bien administradas.
Uno tiene la cara que puede, no la que quiere. Y la que yo quisiera, no es precisamente la del doctor Óscar Iván. Creo tener mejor gusto.
Mi supuesto clon, el doctor Zuluaga, no tiene que dejarse crecer el bigote para diluir una nariz quevediana, pluscuamperfecta, como la que me tocó en reparto. Yo le soy fiel a mis anteojos, de la misma forma como él comulga con ruedas de molino uribista.
Cuando empezaba a crecer, quería ser grande para parecerme a Tony Curtis, Tyronne Power, Errol Flynn o el monito Alan Ladd. Fracasé en el intento y me he tenido que bandear con esta cara de retrato hablado (o de NN) que Dios en su extraña bondad me deparó. Pero tampoco me quejo, qué carajo.
Señor Director: “Apenas” me llamo Óscar Augusto Domínguez Giraldo, hijo de Luis en Genoveva, de Santa Bárbara y Montebello, respectivamente. O sea que no soy godito de Pensilvania, la misma tierra de Zuluaga y del poderoso consejero Alfonso Hoyos.
Soy dizque liberal de Montebello, Antioquia, como algunos de los Valencia Cossio, siempre tan bien colocados. (No es por darme coba pero me considero liberal en la acepción romántica que acoge él)
Si el doctor Óscar Iván está listo para acceder a la nómina, yo no tengo ninguna posibilidad, entre otras, porque no despotriqué del dueño de “El Ubérrimo” durante la campaña, para después subirme al potro del poder (y no lo digo por mi tocayo, sino por otros políticos ventajosos). A mis años sigo virgen de cargos burocráticos.
Al contrario del doctor Óscar Iván, uribista grado triple a, yo “tampoco” voté ni pienso volver a hacerlo por el padre de Tom y Jerrry, como les dicen a los Delfines Tomás y Jerónimo Uribe Moreno.
No soy “Delfín” del hombre de los diminutivos, como sí lo es el doctor Óscar Iván, según María Jimena Duzán, en su libro “Así gobierna Uribe”.
El hombre fuerte de Pensilvania está tan seguro de ser futuro ministro que tiró la toalla como parlamentario para cederle la posta a doña Adriana Gutiérrez, viuda del gobernador Fortunado Gaviria.
Mucho me gustaría arrimarme al banco a cobrar la jugosa mensualidad de mi tocayo. Me toca alegrarme con la congrua pensión de jubilación por haber trabajado, trabajado y trabajado como reportero de la llanura.
Si mi tocayo le habla al oído al presidente, yo prefiero hacerlo a la oreja de mi confesor, el padre agustino recoleto, Alejandro Castaño, párroco en Manizales, para confesarle mis lapsus contra los diversos mandamientos. (El pecado es lo que hace al hombre interesante, decía el filósofo Fernando González. Y San Agustín le pedía a Dios que lo hiciera casto… pero no todavía).
Yo nunca he rendido ponencias sobre reformas laborales que despojaron a la proletaria clase de viejas conquistas como los dominicales triples, los recargos nocturnos, las horas extras y yerbas afines. Ese honor, enterito, se lo dejo al doctor Óscar Iván.
No soy ni venial de Juan Manuel Santos, ideólogo de cabecera del senador Zuluaga, por delegación del presidente paisa.
Dios y la patria me exoneraron de ser uno de los ponentes de la reelección, otro activo en el pasivo del doctor Óscar Iván, por lo cual aspira a ser reelegido también con su gurú (Uribe).
Por los anteriores motivos, sugiero aclarar que Óscar Iván es él y su circunstancia, yo soy yo y la mía. Oscar Domínguez G.