Una lección de táctica periodística
Del opulento repertorio del versificador caldense –nacido en Manizales en 1893 y fallecido en 1957 en la misma ciudad que amó– el editor del libro, Hernando García Mejía, eligió cuatro de sus charlas más sabrosas: “La parábola de los rebuznos”, “cómo debe ser la mujer”, “El lector de gorra” y “Táctica periodística”. Nos vamos con la última:
Por ser acto de mucha conveniencia
para pulimentar ciertas aristas,
voy a tratar con cierta impertinencia
sobre la deliciosa inconsecuencia
que se advierte en algunos periodistas.
Por ejemplo, al hacer la apología
del doctor Atenógenes Pimienta
–personaje de cauda y de valía
y sonado político de cuenta—
el escritor, filando su ironía,
de este modo al desnudo, lo presenta:
“Cascarrabias, topante, poseído,
moscardón, estadista de ribete,
chisgarabís, ladrón empedernido,
corruptor, cavernícola, bandido,
borrachín, trotamundos, matasiete”.
En fin, una frondosa letanía
de vocablos de larga travesía
con los que, en forma ruda y truculenta,
el periodista, a golpes de ironía
hace la cotidiana apología
del doctor Antenógenes Pimienta.
Voy a ver el reverso del asunto:
El doctor Antenógenes un día,
a consecuencia de una apoplejía,
queda yerto, “mortífero” y difunto.
Y aquí viene la música imprevista
en do de pecho: el mismo periodista
que rajara hace poco de Pimienta,
hace de él nueva apología
en la cual lo perfila y lo presenta
como un valor de máxima cuantía
y la capacidad más corpulenta.
Y dice así, cambiando el estribillo:
“El doctor Antenógenes podría
figurar por su gloria y por su brillo
al nivel de la enhiesta trilogía
de Bolívar, de Caro y de Murillo.
Y así de esta manera (¿quién predice
el final de esta vida turbulenta?)
el escritor de marras se desdice
de lo que antes dijera de Pimienta.
Cuando estaba Pimienta en este mundo
dizque era un pillo, un sátrapa, un tronera,
y hoy que se halla en la tumba … ¡quién creyera!
Ese que fuera un ogro tremebundo
Se convierte en un astro de primera.
La apostilla: El colofón también es del magín de don Luis Donoso:
Y la culpa– ¿se ha visto una ocurrencia?/ de ese cambio de aspectos y de aristas/ es la maravillosa inconsecuencia/que se advierte en algunos periodistas.