Los muertos invisibles
¿Recuerda usted, señor lector, el último caso de corrupción en el sistema de salud? ¿Tal vez fue la muerte de un paciente por la falta de atención o porque no le entregaron oportunamente un medicamento? No lo recordamos.
Hace poco se anunció un revolcón en los precios de los medicamentos. Eso es plausible, sin embargo, no ha sido judicializado ninguno de los anteriores responsables de la regulación de los precios de los medicamentos, ministros de Ssalud que han dejado una estela de sospechas en sus actuaciones irregulares.
Otros han llegado con la más transparente intención para corregir estas anomalías, pero se han visto impotentes ante las multinacionales farmacéuticas. Estas han obtenido billonarias utilidades, producto de la presión que ejercen en el alto gobierno y en el Congreso de la República cuando se trata de tomar medidas para controlar precios de los medicamentos.
El diario El Mundo de Medellín publicó el editorial «Intereses particulares», contó que en la noche de los búhos, el 26 de junio de este año, en una comisión de conciliación del Congreso, encargada de establecer el texto definitivo de la Ley Estatutaria de la Salud, estuvo presente la Asociación de Laboratorios Farmacéuticos de Investigación –Afidro–, el gremio de las multinacionales farmacéuticas.
¿Qué tal esto? Con el ministro de Salud y varios parlamentarios, aprovecharon la fría oscuridad capitalina, para modificar la metodología que inicialmente era más severa y que había presentado el representante Simón Gaviria. La aprobada es más dócil con la vigilancia de los precios.
Lo más triste es que tanto el congresista Gaviria, tan amigo de hacer ruido por cualquier cosa por insignificante que sea, calló, no reclamó ni denunció la abusiva injerencia de Afidro. El ministro de Salud tampoco respondió a las graves denuncias del diario paisa.
Pero ya ha pasado antes. Los colombianos olvidamos hace tiempo la grave denuncia de la Federación Médica Colombiana, que advirtió cómo una resolución expedida en el 2010 por el exministro de salud, Diego Palacio, dejó por fuera de todo control a ocho medicamentos de la multinacional Roche.
Como si esto no fuera poco, le dio la comercialización exclusiva. Se trataba de medicamentos para el cáncer, la hepatitis C, la artritis rematoidea y para el trasplante de órganos, que le costaron al país, entre 2007 y 2009, cerca de 800 mil millones en recobros al Fosyga.
Todo esto, sin duda, salió del bolsillo de los colombianos que pagan impuestos.
Con ese «favorcito» de Palacios a Roche, un fármaco como el Retuximab, que en Londres cuesta 540 mil pesos, en Colombia vale 7 millones. La justicia colombiana no ha dicho nada al respecto y el exministro sigue tranquilo.
Mientras tanto, ¿cuántos colombianos habrán muerto por no tener el dinero para un medicamento?
Son estas las otras masacres colombianas, las invisibles, las silenciosas.