24 de septiembre de 2023

La incidencia de San Andrés en las próximas elecciones

3 de agosto de 2013

Serrana habría  sido la tumba política de Juan Manuel Santos si alguien con capacidad de convocatoria les hubiera mostrado a los colombianos el valor real  de lo perdido en el entorno de los cayos y sin embargo  hoy  puede decirse que en la Isla de San Andrés  si es redimida por él estaría la salvación de su carrera, lo mismo que  una gran posibilidad de su reelección  como Presidente a pesar de que permita y lidere  en el país una economía de neoliberalismo salvaje  y  despiadado, que mantiene un alto desempleo, que les niega a sus  pobladores  el agua potable base irremplazable de la salud que siempre ha sido negocio rentable para unos cuantos mientras mueren centenares por incapacidad de pagar los altos precios de servicios mal prestados o de costosas drogas inocuas que alivian pero  que no curan.

Una tumba política

Si,  por la pérdida  de soberanía sobre un territorio marino que  debió ser  defendido con inteligencia y acción por el gobierno colombiano, Serrana  pudo ser la tumba  política de Santos,, que lo es para  muchas  aves viejas que vuelan hasta este lugar  cuando sienten que se les está acabando el aire, para morir en el  cayo de  seis cuadras de longitud por cuatro de ancho. Se dice  con tanta exactitud  porque    allá estuvo  quien hace  estas consideraciones  invitado por la Armada Nacional, no se sabe  por cual razón,  único periodista que cómo tal pudo tomar fotografías que conserva en su archivo, una de las cuales fue publicada con crédito por la revista Time, pagando una suma de dinero que lo  dejó más que contento.

Un poco de historia marítima

Tres barcos de la Armada con 450 personas a bordo fueron a las cercanías de Serrana y luego unos 50 marinos  llegaron hasta  el cayo, donde debía ser izada la bandera por el Min guerra de entonces porque Estados Unidos en ese 1972 había devuelto  a Colombia los derechos sobre los cayos  y de los que se apropiaba. El ministro no pudo hacerlo por estaba embriagado en su barco.

Y hoy Santos sigue  sonriente  ante las cámaras de la televisión  hablando de todo lo que le pueda dar votos de re elección  o presto a las llamadas de la radio porque aquí, en Colombia, la oposición hasta ahora empieza a vertebrarse, es decir a tomar fuerza, gracias la prestancia política de Clara López Obregón y a la seriedad  de  planteamientos y debates  del senador Jorge Robledo.

Si no fuere cierto  lo que dice Gabo en el sentido de que en poco tiempo, tal vez unos quince días, los colombianos    casi todo lo olvidan, si no fuere así Santos estaría más caído que el  Jesús de Nazareth que  muestran en el suelo cargando la  cruz, es decir el Señor Caído.

Si le cumpliera a los isleños

Pero si Juan Manuel Santos  les cumple a los  nativos de la Isla de San Andrés  una de las tantas cosas que anuncia como presidente los  colombianos  tal vez  pensarían   que pronto serían reconocidos como  los dueños de una isla privilegiada, una de las más bellas de la tierra.

Los isleños y la prensa toda con el refuerzo de sus columnistas deben recordarle cada vez que puedan a Santos que haciendo desarrollo social y dotando a San Andrés de un moderno Plan de Ordenamiento Territorial será posible atraer a  inversionistas nacionales e internacionales que hagan de este lugar uno de los mas apetecidos por los turistas de todo el mundo. Así como suena, de todo el mundo, inclusive de la China, porque lo que tiene en paisaje, mar, sol, brisa  y ricas comidas con rumba no lo tiene fácilmente otra Isla.

Y eso aunque todos los gobiernos  se han abstenido –han sido negligentes o muy pendejos o poco inteligentes— de hacer más playas hacia San Luis donde están los más bellos inolvidables paisajes de mar y cielo, construyendo  unos diez espolones que valen menos que lo que se roba algún  funcionario de Santos en una semana. Esa debe ser tarea nacional y  no con locales. El presidente sabe por qué.

Echarle una mano a la Isla

Y que empiece el gobierno por dotar a la Isla de agua potable, de buena energía eléctrica, de incrementar los servicios de salud que ya se están  mejorando con la presencia de médicos antioqueños, que terminen la pavimentación de la vía envolvente de la Isla, ya emprendida, y, en fin, que se haga soberanía   disminuyendo las miserias que pueblan a San Andrés, miserias que  se repiten en Cartagena, Santa Marta y en todos los “catatumbos” que a esta hora organizan paros con argumentos irrefutables.

El de Serrana es  –deben advertir  quienes hagan los recordatorios a Santos– un  caso en el cual el país perdió 76 mil  kilómetros de aguas marinas, ricas en corales,  en pesca y segura cuna de petróleo, mucho más valiosos que  los 75 mil correspondientes al  pedazo   del mapa que se nos escapó de las manos   sin que nadie quisiera y pudiera impedirlo,  lo que hoy se acredita  como Panamá,

Conclusiones

Si Juan Manuel Santos cumple, allá en la isla y en todo el país, la gente seguramente  olvidará  tanto  lo ocurrido como su gravedad y pensará en si debe re elegirlo, aunque  realmente el hecho es   inocultable e inolvidable   para los pocos que  siempre tendrán  presente la inacción de 3 gobernantes  –Andrés Pastrana, Alvaro Uribe  y Juan Manuel Santos–  que como 3  desaplicados  compadres     no tuvieron en cuenta que un borracho  centroamericano  había  contratado abogados que lo representaran en La Haya   y cuidarán del pensamiento que tenían unos jueces sobornables  que hoy son sospechosos para todo el mundo por haber hecho  algo que no  debía hacerse:

TOLON TILIN

Encarcelar en el Caribe a tres cayos en 76 mil kilómetros de aguas que le servirán para calmar la sed  al  sobornador borracho nicaragüense en sus días de guayabo. Tres cayos que tienen que pedir permiso para comunicarse entre ellos o para tomarse  un vaso de agua.