28 de marzo de 2024

Salvar el viejo edificio del Instituto Universitario

10 de julio de 2013
10 de julio de 2013

albeiro valencia llano

En los últimos años había sido sede de las  instituciones educativas “Concentración Juan XXIII” y colegio “Alfonso López Pumarejo”. Este inmenso caserón de madera, conocido como uno de los “dinosaurios de bahareque”, es Monumento Nacional, por Resolución 009 del 18 de diciembre de  1984. Además tiene una hermosa y rica historia; fue sede del Instituto Universitario, el más famoso colegio del departamento y albergó a la recién fundada Universidad de Caldas.

Una institución centenaria

En 1905, cuando se creó el departamento de Caldas, Manizales tenía una población de 24.700 habitantes y existía un clima cultural, debido a las numerosas tertulias literarias, a los Juegos Florales y a la Revista Nueva, fundada en 1904. En este ambiente se impulsó la organización de planteles para la educación secundaria pero, sobre todo, se pensó en las escuelas normales; en 1909 surgió la Escuela Normal de Varones  y un año después la Escuela Normal de Institutoras. Al mismo tiempo los sectores dirigentes querían implementar la educación superior y con este fin el gobernador, Ramón Jaramillo, creó el Colegio Mayor por Decreto del 28 de enero de 1910. Empezó a funcionar en una vieja casona, de amplios corredores en claustro, frente al Palacio Nacional, en la carrera 23. No había biblioteca, sólo textos de estudio y, por supuesto, carecía de laboratorios.

Para garantizar el futuro del colegio la Asamblea destinó la suma de cinco mil pesos para la construcción del edificio, en un lote retirado del centro urbano y con espacio suficiente “para cultivos rurales, recreación y ejercicios gimnásticos”. Se empezó a levantar el 1 de noviembre de 1912 y estuvo a cargo de un arquitecto y de dos educadores.

El nuevo gobernador, el doctor Emilio Robledo Correa, estaba interesado en transformar el Colegio Mayor en institución de educación superior; por esta razón le cambió el nombre por el de Instituto Universitario, en 1913.

Mientras tanto avanzaba la construcción del edificio, bajo la supervisión del señor gobernador y quedó listo para recibir a los estudiantes en el año 1914. Estaba situado en la Avenida Cervantes, en el Carretero; tenía amplio antejardín protegido por hermosa verja de hierro y un reloj, encima de la puerta mayor, que significaba la puntualidad. El inmenso edificio tenía amplios y extensos corredores, cómodos salones de clase, dormitorios confortables, aula máxima y patios internos.

Los mejores profesionales e intelectuales que vivían en Manizales, se vincularon como docentes: el doctor José Ignacio Villegas, era profesor de Historia Antigua; el doctor Emilio Robledo, de Historia Moderna y de Historia Natural; el doctor Ricardo Jaramillo, de Química; el doctor Daniel Gutiérrez Arango, de Física y de Inglés; el doctor Emilio Arias Mejía, de Retórica; el educador Francisco Marulanda, de Latín; el General Jesús María Arias, de Geografía de Colombia y Ortografía; el doctor Arturo Salazar Grillo, de Economía Política; y don Jorge G. Hoyos, de Contabilidad Superior. Todos estos profesionales ofrecieron sus cátedras en forma gratuita, por el honor de servir. Su rector, el doctor Valerio Antonio Hoyos, compró en Estados Unidos, en 1918, el laboratorio de Química; y por indicaciones del sabio colombiano, el doctor Julio Garavito, se encargó al extranjero el Observatorio Astronómico.

¿Quiénes estudiaban en el Instituto? Los mejores alumnos de pueblos y ciudades del antiguo departamento de Caldas y de todos los sectores sociales. En el año 1917 se matricularon 270 alumnos, de los cuales 85 eran internos. Entre las primeras promociones se destacaron los siguientes estudiantes: Ramón Londoño Peláez, Jorge Luis Vargas, Néstor Villegas Duque, Eliseo Arango, Alfonso Carvajal Escobar, Jaime Robledo Uribe, Gilberto Alzate Avendaño, Bernardo Arias Trujillo, Rafael Henao Toro, Ramón Marín Vargas, Rafael Marulanda Villegas, Gustavo Robledo Isaza, Danilo Cruz Vélez, Ferry Aranzazu, Silvio Villegas y Fernando Londoño Londoño.

Seguramente uno de los docentes que más influyó en la formación de los alumnos fue el padre Nazario Restrepo, destacado hombre de letras quien contribuyó, sin proponérselo, a impulsar el llamado grecolatinismo. Desde 1918 funcionaban en el Instituto varios centros de estudio y tertulias literarias, vinculadas con la Librería Moderna, de don Juan Bautista López y con otras tertulias de la ciudad, lo que contribuyó a formar el semillero de letrados. Un ejemplo es el grupo de Los Leopardos de Silvio Villegas, Eliseo Arango, Augusto Ramírez Moreno, Joaquín Fidalgo y José Camacho Carreño, quienes publicaron el Manifiesto Nacionalista en 1924. Pero con otros egresados del Instituto se alimentó la tertulia de la Editorial Zapata de don Arturo Zapata y la que funcionó alrededor de la revista Atalaya, bajo la dirección de Gilberto Agudelo. Esto significa que este plantel educativo fue uno de los pilares del protagonismo cultural de Caldas, durante el período 1920-1960.

Sede de la Universidad Popular de Caldas

Durante los regímenes liberales de los años 30 se quería reestructurar la educación para preparar mano de obra calificada para las necesidades de la industria y de la nueva orientación económica. Siguiendo esta dirección el gobernador de Caldas, Guillermo Londoño Mejía, sentó las bases para la creación del Instituto Politécnico de Caldas, idea que se cristalizó con el siguiente gobernador, Arcesio Londoño Palacio, por medio de Ordenanza del 1 de julio de 1937 que concibió el Instituto como un “centro educativo que convertirá a Manizales en ciudad universitaria”.

En este momento el  núcleo era el Instituto Universitario y a su alrededor las escuelas normales, el Liceo Femenino y la Escuela Industrial. Y más tarde, cuando se creó la Universidad Popular de Caldas, el Instituto Universitario se convirtió de nuevo en la base de la Institución; en esta sede funcionaban todas las dependencias y las primeras facultades, hasta que se construyó la ciudad universitaria, en Palogrande, el 24 de julio de 1955, fecha de la inauguración.

Cuando la Universidad de Caldas estrenaba edificios, los profesores y estudiantes del Instituto Universitario empezaron a entender que la vieja casona se había quedado pequeña para las necesidades de la ciudad y del departamento; llegó en ayuda el gobernador, Coronel Gerardo Ayerbe Chaux, en 1957, y se empezó  la construcción del nuevo edificio, en el lote contiguo al viejo caserón donde había operado el Batallón Ayacucho. El moderno colegio se inauguró en 1959 y el antiguo caserón se fue convirtiendo en patrimonio cultural, hasta el cierre total y el abandono.

El fallo de una acción popular (2011) ordenó intervenir esta antigua construcción, mediante un plan especial de manejo y protección; el demandante, Enrique Arbeláez Mutis, tuvo que interponer un incidente de desacato porque se había vencido el plazo para que la orden se cumpliera ¡Mientras tanto este Monumento Nacional se sigue cayendo!

Ojalá que el viejo caserón no siga el camino del también famoso Instituto Manizales, bello y enorme edificio de bahareque donde inició actividades la reconocida Escuela de Artes y Oficios y que luego, por acuerdo del Concejo Municipal, de diciembre de 1958, sirvió de sede al Instituto Manizales, hoy en ruinas.